miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cuando cultura y política aúnan fuerzas

La historia no es nueva: gente de cultura que entra en el ámbito de la política en un intento por dignificarla. Tenemos el ejemplo del recientemente fallecido José Antonio Labordeta, cantautor y poeta, viajero y político en el sentido en el que debería entenderse la palabra.

Pues bien, en Nigeria están calentando motores para las elecciones del año que viene. Por el momento, el actual presidente, Goodluck Jonathan (sic) anunció en facebook su intención de presentarse como candidato, algo que los musulmanes del norte no ven con buenos ojos. No por lo de haberlo dicho por facebook, sino debido a que, de mantener Jonathan el cargo, se rompería la alternancia en el poder entre norteños y sureños. O, lo que viene siendo lo mismo, entre el club de fans de Mahoma y el de Jesús. Pero eso es otra historia.

A lo que iba: el pasado fin de semana saltó la noticia de que Wole Soyinka -el señor de la foto-, el primer africano en hacerse con el Premio Nobel de Literatura (en 1986), presentó un nuevo partido político: el Frente Democrático para una Federación Popular.

Y aunque no hay nada seguro sobre la candidatura de Soyinka a la presidencia, sería interesante ver lo que este anciano activista con nombre de sonda soviética y aspecto morganfreemanesco desaliñado es capaz de lograr en el país más poblado del continente. Su discurso: hacer frente a la corrupción y mejorar los sistemas sanitario y educativo. ¿Buena suerte, Jonathan? No. Buena suerte, Soyinka. Le va a hacer falta.

Actualización 1 de octubre: que hablando de Nigeria, hoy ha conmemorado con más pena que gloria su cincuentenario.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Las elecciones interminables

"Arsène, macho, ¿a qué estáis esperando para votar en tu país?", pregunté hace tiempo a un amigo marfileño. "A que vayas tú", contestó con una sonrisa burlona, y acto seguido soltó una de esas carcajadas tan contagiosas que sólo los negros son capaces de conseguir.

Lo llevaba planeando mucho tiempo. Años. Casi desde que Arsène y yo nos conocimos, a finales de 2007. La idea de mudarme a Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil, y sobrevivir como freelance (o como donante de semen a media jornada), me seducía sobremanera.

Y, en efecto, las elecciones tendrán lugar en una fecha en la que yo habría estado allí: el próximo 31 de octubre.

Se trata de unos comicios que han sido aplazados seis veces en cinco años. Entre 2002 y 2005, el país vivió una guerra civil entre los rebeldes musulmanes del norte (que aprovecharon un viaje del presidente, Laurent Gbagbo, a Italia, para iniciar la revuelta) y los cristianos del sur, fieles al gobierno electo en 2000. Todo esto con intervención del ejército de los ex colonizadores franceses de por medio, con alrededor de dos mil muertos en total (otros tantos heridos y demás afectados) y con la supuesta colaboración de Burkina Faso suministrando armas a los rebeldes. Este vecino del norte era, precisamente, uno de los mediadores en el proceso de paz en Costa de Marfil. Cosas que pasan.

En 2007 se llegó a un acuerdo que medio satisfizo a ambos contendientes, pero no ha sido hasta ahora, cuando la fecha que parece definitiva se ha requetecontraconfirmado, cuando se han visto pasos en firme para lograr el objetivo de acudir a las urnas. Además de elaborar un censo electoral "creíble", el Ejecutivo marfileño ha verificado que los rebeldes han entregado las armas y, como se acordó en 2007, están percibiendo un salario para una suerte de reintegración en la vida civil.

Arsène, mi amigo Jean Arsène Yao, además de Doctor en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y profesor titular de la Universidad de Abiyán, es periodista. Trabaja para la revista Mundo Negro en Madrid. Hace unos días entrevistó al embajador de su país en España, a poco más de un mes de la fecha elegida para las votaciones. A diferencia del abajofirmante, ambos saben realmente de lo que están hablando. A quien le interese, aquí el resultado. Escuchando la entrevista, nadie diría que son amigos.

jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Ikea? Ni falta que hace

Tom y Daniel tienen su carpintería en la calle Kayahwe. Literalmente, en la calle.


Tom, un keniano alto que no supera la cincuentena pero que aparenta bastante más, me cuenta que lleva en el mismo lugar veinte años. Haciendo muebles.

Ahí está Tom con el barniz...


Son cerca de las ocho de la tarde y le he encargado un escritorio y una cama a medida. Se propone traerlos a mi casa y montarlos al día siguiente. Y yo preocupado por haber alquilado una habitación sin amueblar.

martes, 21 de septiembre de 2010

Diezmuertos

No "diez muertos". Diezmuertos. Así, todo junto. Una sola palabra, un pseudoconcepto periodístico. Es igual que sean mineros del carbón sepultados en la provincia septentrional china de Shanxi que pescadores yemeníes ahogados en las aguas del Índico. Diezmuertos es la unidad mínima noticiable de vidas perdidas en lugares que no le importan a nadie. O eso creía. Al parecer, hacen falta veinte negros para empezar a considerarlo noticia. Porque, en Occidente, al fin y al cabo, (y es tan triste como cierto) ¿a quién le importan?

domingo, 19 de septiembre de 2010

La sombra del Sol

He vivido unos cuantos años en África. Fui allí por primera vez en 1957. Luego, a lo largo de cuarenta años, he vuelto cada vez que se me presentaba la ocasión. Viajé mucho. Siempre he evitado las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran política. Todo lo contrario: prefería subirme a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical. Su vida es un martirio, un tormento que, sin embargo, soportan con una tenacidad y un ánimo asombrosos.
De manera que éste no es un libro sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sobre mis encuentros con ellos y el tiempo que pasamos juntos. Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos "Áfirca". En realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe.



Es el inequívoco comienzo de Ébano, de Ryszard Kapuscinski. Es la tercera vez en seis años que saboreo sus páginas, pero en esta ocasión lo leo con otros ojos. Ahora, aunque sea tan sólo en una millonésima parte, creo entender lo que dice.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Viernes

Me juego el pulgar izquierdo a que la realidad supera a la ficción en un noventa por ciento de los casos. El club Florida de la calle Koinange, en Nairobi, entra dentro de ese saco. No sé quién fue el genio que ideó un club elevado con forma de platillo volante, con una decoración más kitsch que el Museo Ho Chi Minh de Hanoi (que es mucho decir) y con más putas que cubitos de hielo. Uno de esos lugares que vale la pena visitar sobrio para contemplarlo en todo su esplendor. Como cuando la música cesa y da comienzo un espectáculo de danza digno de la peor discoteca estival de Benidorm.



Una prostituta espera a la salida del club. Cuando estoy a punto de abandonar el local, me agarra el brazo, como queriendo tentarme, y me deshago de ella bruscamente. "Que te jodan, tío", espeta. Debe de ser la despedida de la casa.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Té keniano

Cuando me surgió la posibilidad de venir a trabajar a Nairobi, no tardé mucho en preguntarme "¿y qué sabes tú de Kenia?". La ristra de lugares comunes que desgrané sobre el país me recordó a esta impagable escena:



En las últimas semanas, como me he leído la entrada de la wikipedia, la Lonely Planet y la guía de El País Aguilar y ya soy todo un experto, descubrí, por ejemplo, que eran grandes productores de té y de café (aunque para esto último basta sólo ver/leer 'Memorias de África', de lo que hablaremos a su debido tiempo). Centrémonos en lo primero, el té. Tras el delicioso -y azucarado- té a la menta que servían en el Café Haffa, en Tánger, el amarguísimo chai gratuito de los restaurantes locales en China (al que si le echabas azúcar o leche, o simplemente amagabas con pedirlo, te miraban como a un pederasta), el delicado sabor del té turco y el mítico té inglés, llega por fin el té keniano, hervido directamente tanto con leche como con azúcar. Una bendición. Una de las mejores sorpresas a mi reciente llegada aquí ha sido el té, cuya producción le supone a Kenia, además, un buen pellizco del PIB. Y yo no voy a dejar de contribuir a aumentarlo.


viernes, 10 de septiembre de 2010

Bananas

Este blog no nació para la actualidad keniana. Es más, ni siquiera para África. Lo creé hace casi dos años, en mis últimas semanas en Pekín, pensando que en breve me mudaría de nuevo a Italia. "Madonna, Javi, viviamo nella Repubblica delle Banane", solía decirme mi ex cada vez que charlábamos de la actualidad política de su país. Decidí bautizarlo así en su momento y ahora, rumbo a Nairobi, no veo motivos para cambiarlo. Porque, para qué engañarnos, vivimos en un mundo bastante bananero.
De ahí que exista la expresión anglosajona "to go bananas", algo así como "volverse loco". O que Woody Allen titulara "Bananas" una de sus primeras peliculas, que no es sino una locura en una república bananera.

Una vez explicada la situación, explicado el título y expuestos sus objetivos creo que es hora de entrar en materia.


No me he podido resistir.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Billete de ida

Nunca antes he estado en esta situación. Quizá sea por eso que me estimula y asusta a partes iguales.

Viví un año en Italia, pero sabía que aquello tenía fecha de caducidad. El poco más de medio año en China fue en condiciones similares. No hablemos ya de las siete semanas en Sudáfrica. Todo era finito y lo sabía.

Cuando mañana tome el avión en Barajas rumbo a Nairobi estaré haciendo algo totalmente novedoso para mí: coger un vuelo de ida, sin saber cuándo voy a regresar.

Claro que la circunstancia me anima, pero es inevitable que me dé miedo. Si de algo me he dado cuenta preparando mi marcha a Kenia ha sido de que soy un completo ignorante en la materia. Y, al comentar mis preocupaciones con familia y amigos, he descubierto que no soy el único. Por eso quería aprovechar este hueco para tratar de acercar la actualidad africana a quien esté dispuesto, como yo, a querer enterarse de qué va. Inevitable comenzar pidiendo disculpas por los errores que comenteré, típicos del aprendiz, pero prometo emplearme a fondo.

Sois todos bienvenidos.