martes, 29 de noviembre de 2011

Axum y el Arca Perdida

El Arca de la Alianza, el cofre en el que Moisés recibió de dios los Diez Mandamientos en el monte Sinaí. De valor incalculable y poderes inimaginables. Tan sólo una persona, el guardián de Santa María de Sion, en la localidad septentrional etíope de Axum, puede verla. Y de cómo el resto de los mortales tienen que pagan cosa de 8 euros para entrar en un recinto piojoso y hacer como que se creen que el artefacto se encuentra en este edificio.


Etiopía, donde algunos dicen que se localizó el Reino de Saba, reclama para sí ser el hogar de la preciada reliquia.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Un safari alternativo

Ni leones, ni jirafas, ni ñúes, ni sabana. Las Montañas de Simiens -en el noroeste de Etiopía- esconden una gran variedad de fauna y flora endémica.

Como el lobo etíope, al que vi sólo en este cartel...

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Comunidad del Anillo

No es necesaria una imaginación prodigiosa para asociar Etiopía con el universo que John Ronal Reuel Tolkien fabricó en la Tierra Media de El Señor de los Anillos. Gondar y sus castillos recuerdan sin esfuerzo al Gondor del filme (aún no me he leído el libro, confieso), Roha -el antiguo nombre de Lalibela- bien podría pasar por Rohan y el alfabeto ahmárico, sin un exceso de fantasía, trae a la mente las escrituras élficas. No me extrañaría (aunque lo desconozco por completo) que Tolkien hubiera pisado el país de Gebreselassie.

En tales pajas mentales me hallaba inmerso cuando me encaminé a las montañas de Simiens, en el noroeste etíope. Mi intención era pasar tres noches en sus cumbres, más de 3.000 metros por encima del nivel de un mar que no baña Etiopía por costado alguno.

Harto embarazoso resulta decir que, a tal propósito, un montañero cualquiera (bueno, en mi caso, dejémoslo en aficionado a la naturaleza) ha de contratar los servicios de un guía, un guardia armado, un cocinero y de un transportista con su mula, además de un conductor. La sensación burguesa de viajar con comparsa no deja de ser desagradable para un pelagatos del tamaño de un humilde servidor. Ante la imposibilidad de viajar solo (las normas del parque regulan la contratación de guía y scout) y de portar mi equipaje en los sinuosos senderos de las Simiens, no quedóme más remedio que, agencia local de viajes mediante, juntar a cinco gentilhombres y una mula y formar una peculiar camarilla, que bien podría ser la del anillo de ojalata.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Gondar

Lo llaman la Camelot africana. Y no yerran. Gondar fue uno de los puntos más sorprendentes del periplo por Etiopía.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Cuando Italia ocupó Abisinia

"Verás, Míster Javi" - me dijo Yohannes. "Llegar al restaurante de las Cuatro Hermanas es muy sencillo. No está lejos. Gira a la derecha allí, en el edificio italiano, y sube las escaleras".

Sucedió en Gondar, en el noroeste de Etiopía. Y el edificio del que hablaba Yohannes -más bien, los edificios- era este:

 Arquitectura art decó en primer plano, con un edificio de estructura típicamente fascista asomando al fondo

Es 1936 y la Italia de Mussolini acaba de invadir Etiopía...

jueves, 17 de noviembre de 2011

Las fuentes del Nilo Azul

Puede parecer contradictorio que, tras meter un palo considerable a la historia occidental de la exploración en África, me ponga ahora a narrar las venturas y desventuras de los descubridores de las fuentes del Nilo Azul. Pero el asunto no va por ahí.

El primer europeo en verlas parece ser que fue el jesuita español Pedro Páez Jaramillo, de quien me habló por primera vez Manuel, un amigo periodista residente en Adis Abeba, durante los días que pasé por allá. Quien quiera leer algo más sobre Páez, puede hacerlo aquí. No obstante, se le suele atribuir este descubrimiento al escocés James Bruce.

Y una vez superada la sección de provincianismos, podemos entrar en materia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Misa en Lalibela

Lalibela. Domingo. Seis de una fría mañana de octubre. Los fieles se cubren con un gabi blanco. Quienes lleguen con la misa iniciada, deberán permanecer fuera del tempo. El momento es mágico.


domingo, 13 de noviembre de 2011

El camino del sábado

Hace apenas unas semanas que ha terminado la estación de lluvias en Etiopía. El centro del país "es un altiplano enorme y vasto -escribía Kapuscinski en Ébano-, cortado por numerosos barrancos y valles [...] Aquí y allá, sobresalen una unas montañas de más de tres mil metros de altura que, a pesar de ello, no recuerdan en absoluto a los nevados y rocosos Alpes, Andes o Cárpatos. [...] Son unas montañas de piedra erosionada por el viento [...] y sus cimas aparecen tan planas y lisas que podrían servir de aeropuertos naturales". Así que la pista de Lalibela se antoja casi innecesaria. En una terminal de juguete, espera Tadessa, empleado del hotel en el que nos hospedaremos y que, en unas horas, se convertirá en nuestro guía. Pero eso aún no lo sabemos ni él ni nosotros.

El camino a Lalibela es, casi en la totalidad, cuesta arriba. La furgoneta azul en la que viajamos los blancos pasa veloz junto a los rebaños dirigidos por unos diminutos pastores que, en el mejor de los casos, suman siete años. De vez en cuando, el conductor toca el claxon. Es que algún burro, o una cabra, o una vaca jorobada ha decidido que no podemos pasar y corta la estrecha carretera que compartimos humanos, vehículos y ganado. Entonces, uno de los niños-pastores se aproximará corriendo para darle un varazo al animal y sacarlo del camino. Y para decirnos "hello!" desde su minúsucula estatura, que apenas sí logra asomar la cabeza a la altura de nuestras ventanillas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

En casa de los caraquemadas

Cuenta la leyenda (y -para qué engañarnos- mi guía de viajes) que fue Cus (o Etíope), bisnieto de Noé, el fundador de Etiopía. Pues Cus es el nombre hebreo para referirse al país.

Etiopía. Del griego Aethiopis. Traducción que los museos del país adoptan como la tierra de los caraquemadas.

Acabo de volver de pasar dos semanas de vacaciones por allí. Por esta razón, porque estoy casi totalmente desconectado de la actualidad africana, porque en pocos días me vuelvo a marchar, y porque no tengo nada mejor que contar por aquí y había dejado este espacio abandonado durante esta ausencia, he pensado comenzar una serie de entradas sobre lo que por allá vi.

He leído algunos libros sobre el país, no he pasado más que quince días allí y he hablado con varias personas. Así que, como dice mi amigo Juanma, me dejaré llevar por el candor de las primeras impresiones, aun consciente de que, si pasara por allí quince días más, muchos de estos apuntes cambiarían de forma.

jueves, 10 de noviembre de 2011

"Doctor Livingstone, supongo"

"Doctor Livingstone, I presume?"

Hoy se cumplen ciento cuarenta años desde aquel encuentro entre el periodista galés Henry Stanley y el misionero escocés David Livingstone en Ujiji, en la orilla tanzana del lago Tanganica. El relato del propio Stanley que más tarde se publicaría, Cómo encontré a Livingstone: viajes, aventuras y descubrimientos en África central, no tiene desperdicio. En él se aprecia aún más la guasa del saludo de Stanley, ya que Livingstone era el único blanco en kilómetros a la redonda.