Imaginen la siguiente escena: tres hombres de Oriente mascan estimulantes hojas de khat (también llamado miraa) mientras se afanan en empaquetar sus mercancías, que transportarán en una larga travesía en camello y que, intercambio comercial mediante, convertirán en el ansiado oro. Además, el acto transcurre en el mítico país de Punt, origen de buena parte del incienso que se quemaba en la Antigüedad. ¿Les recuerda a algo?
Ahora que ya es navidad -de hecho, desde hace semanas- en el Corte Inglés y, por ende, en todo el mundo (en Nairobi, viene acompañada de un calor de cojones y camisetas navideñas de manga corta), podemos abordar un tema muy al hilo en estas fechas. Prometo que no son los anuncios de colonias, ni de juguetes, ni el discurso del rey, ni si en el portal de Belén había bueyes, cebras cruzadas con orangutanes o jirafas.
Se trata, más bien, de un recurso natural casi olvidado en el primer mundo, de uso muy extendido en el segundo y el tercero, de gran impacto para el medio ambiente, y que en España viene fuertemente asociado a la navidad.
El carbón. Vegetal, para más precisión.
Ahora que ya es navidad -de hecho, desde hace semanas- en el Corte Inglés y, por ende, en todo el mundo (en Nairobi, viene acompañada de un calor de cojones y camisetas navideñas de manga corta), podemos abordar un tema muy al hilo en estas fechas. Prometo que no son los anuncios de colonias, ni de juguetes, ni el discurso del rey, ni si en el portal de Belén había bueyes, cebras cruzadas con orangutanes o jirafas.
Se trata, más bien, de un recurso natural casi olvidado en el primer mundo, de uso muy extendido en el segundo y el tercero, de gran impacto para el medio ambiente, y que en España viene fuertemente asociado a la navidad.
El carbón. Vegetal, para más precisión.