"Si la propaganda electoral fuera ugali [una masa de maíz que constituye buena parte la dieta básica de la zona], Kenia sería el país mejor alimentado de África", sentenciaba hace algunos días el periodista Charles Onyango-Obbo.
Recuerdo, hace unos meses, que Chemi Calatayud y servidor hablábamos sobre cómo sería Kenia en campaña, si ya la cotidianeidad política del país -desde años antes de los comicios- se ocupa con los cálculos electorales. De manera, además, más bien pesadota y martilleante. Se trata, como sucede en demasiados lugares del globo, de una clase, la política, que sólo se representa a sí misma. Y cuyos intereses están totalmente desconectados de la realidad. No digamos ya en un país analfabeto -analfabeto funcional- y, por tanto, pobre.
Ya ha llegado el momento. Aunque todavía no de manera oficial, llevamos algún tiempo en campaña, con la matraca continua de quién desarrollará el país más y mejor.
Recuerdo, hace unos meses, que Chemi Calatayud y servidor hablábamos sobre cómo sería Kenia en campaña, si ya la cotidianeidad política del país -desde años antes de los comicios- se ocupa con los cálculos electorales. De manera, además, más bien pesadota y martilleante. Se trata, como sucede en demasiados lugares del globo, de una clase, la política, que sólo se representa a sí misma. Y cuyos intereses están totalmente desconectados de la realidad. No digamos ya en un país analfabeto -analfabeto funcional- y, por tanto, pobre.
Ya ha llegado el momento. Aunque todavía no de manera oficial, llevamos algún tiempo en campaña, con la matraca continua de quién desarrollará el país más y mejor.