"Doctor Livingstone, supongo"

"Doctor Livingstone, I presume?"

Hoy se cumplen ciento cuarenta años desde aquel encuentro entre el periodista galés Henry Stanley y el misionero escocés David Livingstone en Ujiji, en la orilla tanzana del lago Tanganica. El relato del propio Stanley que más tarde se publicaría, Cómo encontré a Livingstone: viajes, aventuras y descubrimientos en África central, no tiene desperdicio. En él se aprecia aún más la guasa del saludo de Stanley, ya que Livingstone era el único blanco en kilómetros a la redonda.

Me habría gustado poder hablar con gente en Ujiji y quizá con profesores de Historia de universidades de Tanzania también, pero el ritmo de trabajo que llevo este año me ha dejado poco tiempo para currarme un poco más una crónica sobre la efeméride.

Así que contacté con la máxima autoridad en la materia que tenía más a mano: la Wikipedia la doctora en Historia y especialista en Historia Británica Colonial Milcah Amolo Achola, de la Universidad de Nairobi.

El mismo día que hablo con ella por teléfono, me pide que vaya más tarde a su despacho. Un pequeño letrero anuncia su nombre en la puerta. Y aunque, tras llamar con los nudillos, me invaden unas ganas irrefrenables de saludarla con un "Doctora Achola, supongo", creo que no ha lugar.

Ella: "¿En serio en Occidente se sigue hablando de esa historia? ¿'Doctor Livingstone, supongo'? ¡Pero si es un saludo de lo más normal!"

Yo: "Ya, bueno, verá, es sólo por hacer un texto ligerito y estúpido con motivo de la efeméride... La frase es muy conocida... Entiendo que quizá aquí no, porque es una historia de blancos en África. Como Memorias de África, que poca gente la conoce en Kenia..."

Ella: "¿Memorias de África? Oh, señor, intenté ver esa película una vez y la tuve que quitar del aburrimiento. Pues no sé cómo te puedo ayudar. Ese episodio no se estudia aquí. No tiene ninguna relevancia. Desde los años 60 y 70 se está revisando y reescribiendo la Historia de África para que sea Historia de África y no como nos aleccionaron los europeos".

Y más tarde: "La abolición de la esclavitud fue la excusa usada por los europeos para colonizar África. Había que contar en Europa lo malos que eran los árabes y lo buena que sería la medicina occidental en África. Eran, además, tiempos de renacer evangelizador cristiano. Había que decir todas esas cosas, porque era más fácil vender eso que un continente lleno de malaria en el Parlamento". Esta parte no le hace gracia a mi jefe y me pide que la suprima del texto que publicaremos.

La conversación se relaja en los minutos siguientes y consigo material para la crónica que se publica hoy. Ella dice que no sabe de qué me va a servir lo que me ha dicho, pero yo me quedo satisfecho de poder escribir un texto en el que se perciba de modo claro que los africanos están hartos de que les tratemos como si fueran memos sin remedio.

Le digo que, desde Europa, África se ve formada por un conglomerado de tópicos. Para ilustrarlo, le pregunto en broma que qué sabe de España más allá del flamenco y los toros. Terminamos hablando de Don Quijote. Le he prometido una copia del libro en inglés.