La profesión regala, a veces, momentos divertidísimos. En África, además, tiene una cierta vertiente absurda que resulta irresistible. Ejemplo: ¿Quiere usted venir a Gabón a gastos pagados a cubrir... el Foro Nueva York África? Uno, sin saber muy bien de qué va la gaita esa, acepta casi sin pensárselo. ¿Qué puede haber de malo en un foro raruno al que van Boris Becker, Alek Wek y Cherie Blair? Y, poco después, hállome allí, viendo ponerse en sol en el Atlántico.
Luego, pasada la emoción de salir de la oficina en Nairobi, empieza el reconcomío de que un presidente corrupto te esté pagando un viaje con dinero que debería invertir en sussúbditos compatriotas. Como cuando lo hace una ONG para que les des publicidad, que podrían estar invirtiendo mejor esa pasta. Pero esa es sólo una más de las eñemil contradicciones con las que se uno se encuentra en un lugar tan desigual. En fin.
A lo que iba: era mi primera vez no sólo en África central, sino también en la francófona. Pero África, aun lejos de ser un país, tiene un sastre que aplica cortes similares en varias partes del continente y uno, aunque tirando a lerdo, empieza a conocer los diseños a la moda.
Jamás, en ningún rincón del continente, ni siquiera en Sudáfrica, había yo visto tantos cochazos juntos. El lungomare de Libreville era una suerte de circuito de fórmula 1 por el que desfilan flamantes Mercedes, Range Rovers, Lexus todoterreno... El dinero del petróleo gabonés (una de las mayores rentas per cápita del continente está en Gabón), en la zona costera de la capital, se puede ver y oir fácilmente.
Gabón es una excolonia francesa que alcanzó la independencia en 1960, y eligió a Léon Mba como primer presidente. A la muerte de este, en 1967, Omar Bongo, su vicepresidente, se hizo con el poder y desde entonces la familia ha estado a cargo del chiringuito. En 1968, Bongo padre endureció la tiranía creada por su predecesor, y carril. Tuvieron elecciones de aquellas que se hacen por cumplir en los países de partido único, con mandatos de 7 años cada una, se trató de hacer una democracia pelele en los 90 (al igual que en otros muchos países africanos, consecuencia del deshielo de la Guerra Fría), y murió en el cargo, en 2009. Le sucedió su hijo, Ali Bongo, que ganó unas elecciones como ejemplo perfecto de dinastía democrática. Muy resumido, pero la esencia es esta.
Pongamos un ejemplo que ilustre bien lo que comento del liderazgo sin parangón de los Bongo: al cierre del foro, se abre un turno de preguntas y la gente puede remitirlas incluso por facebook y twitter. Una de ellas dice lo siguiente (cito de memoria): "Olviden que son presidentes. ¿qué hacen ustedes como personas para lograr un cambio?" Respuesta de Bongo: varios segundos en silencio sin saber qué responder, que da lugar a una carcajada de la audiencia. Luego ya suelta la milonga de tartar de cumplir la ley y comportarse como un ciudadano ejemplar. Pero la respuesta de verdad, la sincera, la que todos hemos presenciado, ha sido el silencio. Está grabado: vayan al minuto 20 del siguiente vídeo.
El entorno y la historia cuadran muy bien con el foro, que es básicamente una reunión de buitres neolibrales que quieren hacer el negociete en África. Los franceses (¡y los chinos!) están por todas partes. De hecho, el foro tiene lugar en el Estadio de la Amistad Sino-Gabonesa, construido por los asiáticos para la Copa África de Naciones de 2012. Capacidad para 40.000 espectadores. Dudo que existan muchos más estadios como este en el continente, más allá de en Sudáfrica.
Una competición deportiva, de nuevo, como plan de desarrollo (y especulación urbanística). Por cierto que después de hacer las fotos del estadio, se me acercaron los amables agentes de la seguridad presidencial para decirme que borrara la mitad de las fotos, en las que se veía el palco en el que estaba Bongo (no se veía nada, pero bueno) porque "luego podrías modificar las fotos en el ordenador y hacer que se viera algo que el presidente no quiere que sea público". Haciéndome el tonto, como alucinado por lo sucedido, se lo comento a uno de los de prensa de la presidencia, a ver qué cara pone. Se me queda mirando serio, sonríe, y sale por las de Villadiego: "Es que como tienes barbita, lo mismo te han confundido con un terrorista islámico", bromea. Y se pira.
Pero volvamos al foro y a la inmensa densidad por metro cuadrado de trajes y corbatas, rodeados de aire acondicionado a toda hostia, en medio de discursos sobre el medioambiente. En él, de vez en cuando y por cambiar, se tratan asuntos espinosos, como las investigaciones del Tribunal Penal Internacional en África. Las conclusiones de estos debates, en líneas generales, son que los malos son siempre los otros. La autocrítica -¡oh, campos de soledad! ¡oh, mustios collados!- casi mejor la dejamos para otro día. Así, tiene lugar un animado partido de tenis verbal entre la fiscal jefe del tribunal de La Haya, la gambiana Fatou Bensouda, y la ministra de Asuntos Exteriores de Ruanda.
Interviene también Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial. Ese déspota que gobierna un terruño rico en petróleo, motivo por el que la comunidad internacional le hace el juego. Y total, como la tiranía de las cifras macroeconómicas sitúan al país como uno de los que mayor renta per cápita tienen, tampoco vamos a darle importancia a que la mayoría de la población sobreviva malamente, o a que derechos y libertades suene más a poesia que a realidad.
En el minuto 39, comienza la intervención victimista y sinvergüenza de un Obiang con voz de pena. ¡Qué mal habla este hombre! No tienen desperdicio su discurso y la devastadora réplica de la moderadora.
¿En serio fue todo tan lamentable? No. En medio de tanta charlatanería, habla alguien cabal. Poco más.
El foro empezó, fue un coñazo monumental, y terminó con muchos empresarios cerrando pactos comerciales, en ese ambiente festivo-casposo en el que sólo faltaba José Luis Moreno. Tras tres días de paliza monumental de curro en el que saco más bien poco en limpio, quedo al día siguiente con el corresponsal en Libreville de la empresa para la que trabajo, quien me da una vuelta por allá.
"Esto no lo han visto los del foro. Attias [Richard, el organizador del evento] tendría que venir por aquí", me dice descojonado vivo, mientras nos para la policía para pedirle infinitos documentos, o pasamos con su coche por barrios más pobres que los del litoral, o nos metemos en el desastroso camino de tierra que lleva a su casa. El tipo es una buena representación de un sector de la clase media africana: trabaja para varias empresas internacionales, sus hijas estudian, su mujer ha dejado el trabajo para volver a la universidad, tiene una casa grande con televisión de plasma, internet, un todoterreno viejo pero que funciona de maravilla, una limpiadora, acaba de volver de Francia para ir al médico a tratarse unos problemas bucales y una malaria... pero en casa no tiene agua corriente y rara vez hay electricidad. El orden de prioridades puede resultar aleatorio, pero no responde sino a la desidia del estado para proveer servicios que en nuestro mundo consideramos básicos.
Y, como era de prever, en dos horas con nuestro colaborador, aprendo más sobre ese país (que tiene pinta de ser precioso, por cierto) de lo que habría podido llegar a entender con esa manada de empresarios reunidos en su mundo. Eso sí, los discursos sobre la democracia, el respeto al medio ambiente y la reducción de la pobreza, que no falten. Siempre hacen bonito.
Luego, pasada la emoción de salir de la oficina en Nairobi, empieza el reconcomío de que un presidente corrupto te esté pagando un viaje con dinero que debería invertir en sus
A lo que iba: era mi primera vez no sólo en África central, sino también en la francófona. Pero África, aun lejos de ser un país, tiene un sastre que aplica cortes similares en varias partes del continente y uno, aunque tirando a lerdo, empieza a conocer los diseños a la moda.
Jamás, en ningún rincón del continente, ni siquiera en Sudáfrica, había yo visto tantos cochazos juntos. El lungomare de Libreville era una suerte de circuito de fórmula 1 por el que desfilan flamantes Mercedes, Range Rovers, Lexus todoterreno... El dinero del petróleo gabonés (una de las mayores rentas per cápita del continente está en Gabón), en la zona costera de la capital, se puede ver y oir fácilmente.
Gabón es una excolonia francesa que alcanzó la independencia en 1960, y eligió a Léon Mba como primer presidente. A la muerte de este, en 1967, Omar Bongo, su vicepresidente, se hizo con el poder y desde entonces la familia ha estado a cargo del chiringuito. En 1968, Bongo padre endureció la tiranía creada por su predecesor, y carril. Tuvieron elecciones de aquellas que se hacen por cumplir en los países de partido único, con mandatos de 7 años cada una, se trató de hacer una democracia pelele en los 90 (al igual que en otros muchos países africanos, consecuencia del deshielo de la Guerra Fría), y murió en el cargo, en 2009. Le sucedió su hijo, Ali Bongo, que ganó unas elecciones como ejemplo perfecto de dinastía democrática. Muy resumido, pero la esencia es esta.
Pongamos un ejemplo que ilustre bien lo que comento del liderazgo sin parangón de los Bongo: al cierre del foro, se abre un turno de preguntas y la gente puede remitirlas incluso por facebook y twitter. Una de ellas dice lo siguiente (cito de memoria): "Olviden que son presidentes. ¿qué hacen ustedes como personas para lograr un cambio?" Respuesta de Bongo: varios segundos en silencio sin saber qué responder, que da lugar a una carcajada de la audiencia. Luego ya suelta la milonga de tartar de cumplir la ley y comportarse como un ciudadano ejemplar. Pero la respuesta de verdad, la sincera, la que todos hemos presenciado, ha sido el silencio. Está grabado: vayan al minuto 20 del siguiente vídeo.
El entorno y la historia cuadran muy bien con el foro, que es básicamente una reunión de buitres neolibrales que quieren hacer el negociete en África. Los franceses (¡y los chinos!) están por todas partes. De hecho, el foro tiene lugar en el Estadio de la Amistad Sino-Gabonesa, construido por los asiáticos para la Copa África de Naciones de 2012. Capacidad para 40.000 espectadores. Dudo que existan muchos más estadios como este en el continente, más allá de en Sudáfrica.
Una competición deportiva, de nuevo, como plan de desarrollo (y especulación urbanística). Por cierto que después de hacer las fotos del estadio, se me acercaron los amables agentes de la seguridad presidencial para decirme que borrara la mitad de las fotos, en las que se veía el palco en el que estaba Bongo (no se veía nada, pero bueno) porque "luego podrías modificar las fotos en el ordenador y hacer que se viera algo que el presidente no quiere que sea público". Haciéndome el tonto, como alucinado por lo sucedido, se lo comento a uno de los de prensa de la presidencia, a ver qué cara pone. Se me queda mirando serio, sonríe, y sale por las de Villadiego: "Es que como tienes barbita, lo mismo te han confundido con un terrorista islámico", bromea. Y se pira.
Pero volvamos al foro y a la inmensa densidad por metro cuadrado de trajes y corbatas, rodeados de aire acondicionado a toda hostia, en medio de discursos sobre el medioambiente. En él, de vez en cuando y por cambiar, se tratan asuntos espinosos, como las investigaciones del Tribunal Penal Internacional en África. Las conclusiones de estos debates, en líneas generales, son que los malos son siempre los otros. La autocrítica -¡oh, campos de soledad! ¡oh, mustios collados!- casi mejor la dejamos para otro día. Así, tiene lugar un animado partido de tenis verbal entre la fiscal jefe del tribunal de La Haya, la gambiana Fatou Bensouda, y la ministra de Asuntos Exteriores de Ruanda.
Interviene también Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial. Ese déspota que gobierna un terruño rico en petróleo, motivo por el que la comunidad internacional le hace el juego. Y total, como la tiranía de las cifras macroeconómicas sitúan al país como uno de los que mayor renta per cápita tienen, tampoco vamos a darle importancia a que la mayoría de la población sobreviva malamente, o a que derechos y libertades suene más a poesia que a realidad.
En el minuto 39, comienza la intervención victimista y sinvergüenza de un Obiang con voz de pena. ¡Qué mal habla este hombre! No tienen desperdicio su discurso y la devastadora réplica de la moderadora.
¿En serio fue todo tan lamentable? No. En medio de tanta charlatanería, habla alguien cabal. Poco más.
El foro empezó, fue un coñazo monumental, y terminó con muchos empresarios cerrando pactos comerciales, en ese ambiente festivo-casposo en el que sólo faltaba José Luis Moreno. Tras tres días de paliza monumental de curro en el que saco más bien poco en limpio, quedo al día siguiente con el corresponsal en Libreville de la empresa para la que trabajo, quien me da una vuelta por allá.
"Esto no lo han visto los del foro. Attias [Richard, el organizador del evento] tendría que venir por aquí", me dice descojonado vivo, mientras nos para la policía para pedirle infinitos documentos, o pasamos con su coche por barrios más pobres que los del litoral, o nos metemos en el desastroso camino de tierra que lleva a su casa. El tipo es una buena representación de un sector de la clase media africana: trabaja para varias empresas internacionales, sus hijas estudian, su mujer ha dejado el trabajo para volver a la universidad, tiene una casa grande con televisión de plasma, internet, un todoterreno viejo pero que funciona de maravilla, una limpiadora, acaba de volver de Francia para ir al médico a tratarse unos problemas bucales y una malaria... pero en casa no tiene agua corriente y rara vez hay electricidad. El orden de prioridades puede resultar aleatorio, pero no responde sino a la desidia del estado para proveer servicios que en nuestro mundo consideramos básicos.
Y, como era de prever, en dos horas con nuestro colaborador, aprendo más sobre ese país (que tiene pinta de ser precioso, por cierto) de lo que habría podido llegar a entender con esa manada de empresarios reunidos en su mundo. Eso sí, los discursos sobre la democracia, el respeto al medio ambiente y la reducción de la pobreza, que no falten. Siempre hacen bonito.
5 comentarios:
Telita, telita, telita... Y lo malo, es que me puedo imaginar foros así en muchos otros sitios del mundo...
Es bastante horrible pensarlo, pero da la sensación de que el mundo es hoy poco más que un foro de esos... pero al menos esa circunstancia te ha brindado la posibilidad de visitar Gabón (país que, por cierto, he tenido que buscar en el mapa), y también el Gabón más de verdad.
Me he tronchado con los campos de soledad y los mustios collados, brillante cita!
Un saludo!
Gracias por los comentarios, chicos!
Sí, la verdad es que es poco menos que patético... y los hay a patadas.
desde luego, vaya tela...
Gran artículo Javicinski! Gracias por traernos trocitos de África al exprimer mundo, digo a Grecia.
Estos foros son parecidos en todas las partes del mundo, yo me he tenido que tragar unos cuantos en Estambul y Atenas. A veces en los pasillos se pesca algo interesante aparte de los cafés gratis y los bollos.
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