viernes, 19 de noviembre de 2010

Dudas

Decía Kapuscinski que los cínicos no sirven para este oficio y que, sin embargo, la profesión está llena de ellos. Quizá sea el remedio fácil para sobrevivir sin quebrarse la cabeza.

La mujer que limpia mi casa cobra apenas 30 euros por 64 horas al mes. La cuenta es rápida: menos de 50 céntimos la hora. Janet -que así se llama- vive en Kibera, del que se dice que es el mayor asentamiento chabolista de África. Cuando viene a casa, lunes y jueves, aprovecha para ducharse y prepararse un té. Pero además se toma algunas libertades más. Un día cualquiera, faltan un plátano, una zanahoria, un rollo de papel higiénico y un cartón de leche. ¿Es un drama? No, pero me jode que me roben. Le explico que si necesita ayuda, que no se avergüence y nos la pida, pero que no nos mangue las cosas. A ella parece abochornarle igualmente. A mí también.

El domingo pasado acompañé a unos amigos de TeleSur a hacer un reportaje en Eastleigh, el barrio somalí de Nairobi. Sobre refugiados. Así que hablamos con varias personas, refugiados reconocidos por ACNUR. Y otras tantas que querían hablar y que no pudieron porque no nos daba tiempo. Un huérfano somalí de 17 años nos dijo que vino a Nairobi porque en su país tenía la opción de alistarse en Al-Shabaab o huir. Un señor nos contó que no podía escolarizar a sus cinco hijos porque no tenía dinero con el que hacerlo, y que la agencia de la ONU no alcanza para ayudar a todos los que corren su misma [puta y mala] suerte. Una señora me pregunta, a través del traductor, que cómo les va a ayudar lo que estamos haciendo. Y eso mismo me pregunto yo. Le respondo que en nuestros países nadie conoce de su existencia, de sus problemas, y que quizá dándoles voz alguien se digne a hacer algo. Pero sé que no va a ser así.

Acabamos de grabar y nos montamos en el taxi que nos llevará de vuelta al centro. Los tres estamos tocados por lo que acabamos de ver y escuchar. Pero, a los dos minutos, ya estamos hablando sobre dónde ir a comer...

Sé que algún día volveré a Eastleigh y a Kibera a hacer fotos que luego colgaré aquí. Y después, probablemente, quedaré a comer con mis amigos. Me preocuparé, pero pronto se me olvidará. Y eso, creo, es para hacérselo mirar.

2 comentarios:

dudo dijo...

Se llama sobrevivir, Javi. Lo que haces, aún con todo, es mucho.
Acabo de recibir un mail de Ainhoa desde Ethiopía. Se averguenza al contar que echa de menos internet cuando allí no tienen nada...
Te mando mil abrazos.

sanbru dijo...

Al final, cada uno tiene que saber donde nos ha tocado nacer y las circunstancias en las que hemos crecido y nos hemos hecho personas.

Nadie, indivualmente, va a cambiar este mundo injusto. El no estar llorando por lo que has visto no te hace más inhumano.

Al contrario, el que ha visto otras realidades, y es capaz de sobreponerse a ellas habiendolas conocido, tiene el derecho a poder superarlo sabiendo lo que hay.

El que no sabe lo que hay, ni quiere saberlo, o le da igual, es el, el que deberia hacerselo mirar.

Pd: sigo aprendiendo cosas contigo y este blog.

pd 2: maldito cabron. sabes que la envidia no tiene nada de sana...jeje.