"Welcome to Nairobi, mzungu!"
... o lo que es lo mismo: ¡Bienvenido a Nairobi, blanco!
No es el cartel de bienvenida con el que uno se topa cuando aterriza en el Aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta de Nairobi (de hecho, creo recordar que pone "karibu", bienvenido, en suajili), pero podría serlo. Es, simplemente, la frase que me han dirigido millones de veces en el tiempo que llevo aquí.
Hace unos meses, al poco de llegar, hablé de la imposibilidad de pasar desapercibido aquí. Ahora, más de medio año después, me empieza a irritar levemente lo que Kapuscinski (creo que era él) dio en llamar la jaula del apartheid: el color de la piel.
El otro día, mientras cenaba con nuestro corresponsal en Somalia, hablábamos sobre piratería y demás [un tema de conversación de lo más original con un somalí, lo reconozco, pero es que lo que nos une es el trabajo]. En medio de la conversación, recordó una broma que me contó la primera vez que nos vimos: para los piratas somalíes (y no sólo), los blancos son billeteras con patas ("walking wallets"). Le dije que sería más aproximado hablar de cajeros automáticos con patas, por aquello de los rescates millonarios y tal, pero me respondió que no mucha gente en Somalia sabe lo que es un cajero. Argumento aplastante. Pero eso es otra historia.
El caso es que, a los ojos de los locales, soy blanco, soy turista y tengo dinero (aunque igual para muchos de ellos lo más importante es esto último). Y lo seguiré siendo hasta el fin de mis días. Y eso cansa. Aburre tener que decir tres palabras en suajili para demostrar que no acabas de aterrizar. Agota que siempre te intenten timar por ser blanco. En mi urbanización, los askaris (vigilantes o soldados, en suajili) se ríen de mí cada vez que salgo a tender la ropa. Porque fregar los platos, barrer o lavar la ropa no es cosa de blancos. No sé qué coño hicieron los colonos, pero dejaron una imagen de gilipollas de mucho cuidao. Bueno, sé parte de lo que hicieron y no me gusta una mierda.
Pero ser blanco también da cierta inmunidad. Y no sé si me atrae la idea.
A veces -y sólo a veces- se echa en falta pasar desapercibido, ser uno más. O quizá sea sólo que necesito unas buenas vacaciones. Vaya usté a saber.
2 comentarios:
Te entiendo bien... Aquí no es pa tanto, pero haberlo, haylo un poco, también. En mi caso, se juntan dos cosas: ni por un momento puedo olvidar que soy extranjera, ni por un momento puedo olvidar que soy mujer.
Y, la verdad, es agotador.
Una querría, como bien dices, sólo por un ratito, pasar desapercibida....
Me suena el tema, aunque por otros motivos... Pero bueno, en China, algo así sentí (¿o a ti no te miraron nunca mal, allí?). Sí, se añora pasar desapercibido y que todo sea "normal"... Pero tú puedes con ella ;)
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