sábado, 27 de agosto de 2011

Chaquetas

A mediados de julio de 2010, tras el mundial de Sudáfrica, me compré en Ciudad del Cabo una imitación de la camiseta de la selección española, pero no me terminaba de convencer demasiado. En aquel momento llevaba poco más de medio año trabajando para fifa.com y era una especie de recuerdo del primer mundial que ganó mi país. Creo que me la he puesto una vez desde entonces.

Pensé en regalarla, pero un amigo me aconsejó no hacerlo y llevarla conmigo en los viajes que hiciera por África. "Te puede salvar el culo en una aduana", me dijo, y me recomendó que, de regalarla, lo hiciera con un guardia fronterizo que me planteara problemas. Desde entonces, siempre la meto en la mochila cada vez que salgo de Kenia.



Fui becario en la sección de deportes de Heraldo de Aragón, cubrí los Juegos Olímpicos de Pekín y el mundial de fútbol de Sudáfrica. Y eso que el periodismo deportivo me parece lamentable. Pero es cierto que es la información que más dinero mueve y la que más pasiones levanta. Y aquí, en África, donde el fútbol es el deporte mayoritario, se me han abierto innumerables puertas al revelar mi nacionalidad a los indígenas: "¡Ah! ¡España! ¡Los campeones!" Y la relación ya está encarrilada.

Con el número 9...
Ser del Barça o del Madrid, del Arsenal o del Liverpool, no vira bruscamente los designios del planeta, pero sí da una complicidad adicional con la persona con la que interactúas. Y a mí, que fui madridista de niño, pero muy poco futbolero de mayor, no me cambia en absoluto.

Un colega dice que "el fútbol es la más importante de las cosas que no importan". Yo creo que ni eso.

Hoy que empieza la liga en España -uno de los pocos entretenimientos televisivos de por aquí-, trataré de ver buen fútbol. Del equipo que sea. Llamadme chaquetero.



2 comentarios:

mi sombra dijo...

"... del equipo que sea..." un tio como tu, objetivo e inteligente, deberia reconocer la verdad SIN JUEGOS DE PALABRAS: si es buen futbol, es FUTBOL CLUB BARCELONA

sanbru dijo...

futbol el opio del pueblo absolutamente...pero al final, probablemente necesario por desgracia.