Dos meses después, he vuelto a Nairobi. En medio, unas vacaciones en España, un viaje a Sudáfrica para la cumbre de la ONU sobre cambio climático y una baja laboral.
¿Qué me he encontrado a la vuelta?
Un sol radiante (en contraste con el a-días-bajocérico invierno logroñés). En ocasiones, demasiado radiante, este sol. Pero anima, qué carajo.
Las calles del barrio llenas de agujeros, cortesía de la última temporada de lluvias (y de otras anteriores, y que nadie está muy por la labor de arreglar, mucho menos de manera asidua).
El euro ha caído de 140 chelines kenianos la unidad a poco más de 100. Es decir: pérdida de alrededor del 30 por ciento del poder adquisitivo de los que cobramos en euros.
En combinación, los precios siguen subiendo en Kenia. Por ejemplo, un plátano cuesta, en un puesto callejero de la capital, 10 chelines, por los 7 que valía hace dos meses. Hace un año eran 5. De la gasolina mejor ni hablamos.
La electricidad sigue con las habituales intermitencias en el suministro. Hoy, por ejemplo, la muy... simpática me ha dejado sin agua caliente a mitad de la ducha.
Las escaseces de productos siguen alternándose en los supermercados. Que haya notado, ahora toca el detergente para lavadora. Y he visitado cinco distintos de tres cadenas diferentes. Claro que aquí casi nadie tiene lavadora, pero eso es otra historia. Una amiga me cuenta que también hay escasez de gas y que es poco menos que imposible conseguir una bombona.
Ya sé que son quejas de pijo (sobre todo las cuestiones económicas, teniendo en cuenta que aquí hay gente que vive al minuto), pero es que, tras un parnéntesis de más de 60 días, uno se acostumbra rápido a un país que funciona bien. Y sí, estoy hablando de España.
Menos mal que vuelvo con las pilas cargadas y todavía no he gruñido. Que siga así es mi propósito para 2012. Feliz año. Las bananas y yo hemos vuelto.
¿Qué me he encontrado a la vuelta?
Un sol radiante (en contraste con el a-días-bajocérico invierno logroñés). En ocasiones, demasiado radiante, este sol. Pero anima, qué carajo.
Las calles del barrio llenas de agujeros, cortesía de la última temporada de lluvias (y de otras anteriores, y que nadie está muy por la labor de arreglar, mucho menos de manera asidua).
El euro ha caído de 140 chelines kenianos la unidad a poco más de 100. Es decir: pérdida de alrededor del 30 por ciento del poder adquisitivo de los que cobramos en euros.
En combinación, los precios siguen subiendo en Kenia. Por ejemplo, un plátano cuesta, en un puesto callejero de la capital, 10 chelines, por los 7 que valía hace dos meses. Hace un año eran 5. De la gasolina mejor ni hablamos.
La electricidad sigue con las habituales intermitencias en el suministro. Hoy, por ejemplo, la muy... simpática me ha dejado sin agua caliente a mitad de la ducha.
Las escaseces de productos siguen alternándose en los supermercados. Que haya notado, ahora toca el detergente para lavadora. Y he visitado cinco distintos de tres cadenas diferentes. Claro que aquí casi nadie tiene lavadora, pero eso es otra historia. Una amiga me cuenta que también hay escasez de gas y que es poco menos que imposible conseguir una bombona.
Ya sé que son quejas de pijo (sobre todo las cuestiones económicas, teniendo en cuenta que aquí hay gente que vive al minuto), pero es que, tras un parnéntesis de más de 60 días, uno se acostumbra rápido a un país que funciona bien. Y sí, estoy hablando de España.
Menos mal que vuelvo con las pilas cargadas y todavía no he gruñido. Que siga así es mi propósito para 2012. Feliz año. Las bananas y yo hemos vuelto.
3 comentarios:
¡Bienvenido a los lares virtuales! Y si dices que España funciona bien... creo que es la mejor comparación para que podamos comprender como se vive en Kenia :P
Eso es inflación y no las mariconadas que tenemos aquí en Europa. Como Merkel se entere, os echa del club de los países chach... a no, no he dicho nada. Que de los peces y tomares de Rabat para abajo no hay nada hasta Durban.
Te cambio coles por plátanos.
el cambio de agua caliente a agua fria rapidamente aqui se llama y se paga como spa...jeje
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