martes, 23 de octubre de 2012

Esta parcela no está en venta

"I had a house in Africa at the foot of Yaya Centre".

Karen Blixen de Triana


La casa era espectacular. Tenía un jardín inmenso que desembocaba, al otro lado de la valla, en un bosque. Y había una piscina y un cobertizo en el que alguna vez hicimos una barbacoa. El sitio era tranquilo y silencioso, y uno podría haber pasado horas y días sentado en aquel jardín, leyendo, bebiendo, hablando. O, simplemente, mirándolo y respirando bien hondo.
Al poco de llegar yo a Nairobi, mi amiga tuvo que irse de allí. Los dueños habían decidido usar el terreno de esa bonita casa colonial para construir un impersonal (pero mucho más rentable) bloque de pisos.

Bienvenidos al maravilloso mundo de la burbuja inmobiliaria de Nairobi.

Vivo en un barrio llamado Kilimani, que es también donde está mi oficina. Es una zona más o menos segura, no especialmente horrenda para lo que es esta ciudad, tiene algunas aceras y varios centros comerciales. Es un barrio rico para niveles kenianos, habitado en buena parte por clase media de niveles europeos.

Nairobi es una ciudad nueva, casi sin historia. Se fundó a finales del siglo XIX gracias a la construcción del ferrocarril que unía la ciudad portuaria de Mombasa con Kampala y que pasaba por ese lugar que entonces no tenía nada. Su centro lo componen edificios modernos, del gobierno, u oficinas, algunos rascacielos y, más bien desperdigados, contados edificios salvables de la época colonial. La estación de tren o la biblioteca McMillan son joyas en medio de la jungla.

La ciudad es sede de innumerables oficinas regionales de empresas internacionales. También está la ONU. Muchas de éstas ofrecen contratos jugosos que incluyen una generosa ayuda para el alquiler de la casa. Y el coche, si tienes suerte. Así que los propietarios de inmuebles han visto un filón ya sea en el alquiler de oficinas como en el de casas. Y los inquilinos, al ser la empresa la que corre con el gasto, contribuyen al juego con su desinterés en negociar a la baja.

Cuando uno busca casa, como ha sido mi caso en las últimas semanas (y en eso seguimos), se topa con una realidad dolorosa. La gente que no ha pasado por aquí cree que esto es barato, y nada más lejos de la realidad. Me han llegado a pedir el equivalente a 1.350 euros por el alquiler de un piso de tres habitaciones. Un buen piso, sí, pero en una ciudad que es un maldito agujero, en una calle sin aceras. Y no era una casa que tuviera ningún tipo de lujo extraordinario: era un piso nuevo, y punto.

Cuando me oyó quejarme de los precios de los alquileres en el barrio, una amiga keniana (que trabaja de periodista en un medio internacional. Es decir, que tiene un buen trabajo) me dijo que pensara en ellos. "Yo he nacido y he crecido en esta ciudad... y me mandan al extrarradio a vivir. No me puedo permitir una casa en Kilimani..." Toda la razón para ella.

Nairobi es una ciudad con bastantes bienes y servicios si se la compara con otras capitales africanas, pero lo que no puede ser jamás es una ciudad de precios escandinavos, porque no es comparable ni a un sólo nivel. Y es el camino que está tomando.

Se contruye a un ritmo sobrenatural. A veces me siento como un viejo cuando, con un amigo que viene de visita o con un recién llegado, me descubro diciendo: "pues esas casas no estaban ahí cuando llegué..." En los poco más de dos años que llevo, he visto desaparecer muchísimos edificios antiguos que sustituyen por bloques de pisos. Especialmente doloroso cuando derrumban un bonito restaurante ajardinado para crear una colmena de cemento.

Uno de los numerosos "no se vende" que se pueden ver en Nairobi

Se construyen edificios, sí, pero no se ensanchan las calles a un ritmo similar (con lo cual el tráfico está cada vez más atascado, si es que eso es posible), no se mejora el suministro eléctrico o de agua, ni el alcantarillado deja de ser una zanja llena de mierda en un lado de la calle. Además, las calles reaslfaltadas duran pocos meses, puesto que las lluvias y el sol se encargan de rematar lo que los incontables camiones de obra han comenzado a destrozar semanas antes. Es decir, la ciudad, ya de por sí poco amable, se está convirtiendo poco a poco en un lugar inhabitable.

Los especuladores han visto el negocio y no van a dejar de aprovecharlo. Si en vez de 800 euros por un piso de tres habitaciones sin amueblar, compran unos muebles cualquiera y lo pueden alquilar por el doble, lo harán. Y lo hacen. Si eres blanco, además, inflarán el precio: varios kenianos que trabajan de agentes inmobiliarios me han comentado que los caseros les piden que suban el precio si el interesado pertenece a la tribu de los tez pálida. Una vez incluso nos pidieron pagar dos meses de fianza y tres meses de alquiler por adelantado. Que es como exigirles que te dejen vivir cinco meses gratis en su casa.. y luego ya si eso te planteas si les pagas la renta.



En otra ocasión, nos propusieron que visitáramos no el piso que se nos alquilaría en cuestión, sino el de enfrente, porque si no, los actuales inquilinos (a quienes querían echar), al vernos visitar su piso, iban a pensar que les quería largar y el casero no quería perder ni un mes de alquiler entre que se van unos y encuentra a otros. El dinero, una vez más y casi que da igual dónde y cómo, subnormaliza.

También nos enseñaron un señor pisazo, de acabados europeos, por 1.150 euros al mes. Cuando preguntamos si el precio era negociable, la agente que nos lo mostró nos dijo que el "consejero inmobiliario" (sic) del dueño le había dicho al propietario que incluso podría pedir 100 euros más al mes, así que mejor que lo tomáramos al precio que nos ofrecía.

Hay gente haciendo mucho dinero. Normal que se crean los reyes del mambo, en medio de una selva por cuyas leyes se rigen.

¿Cuánto se tardarán en conocer casos de desalojos forzosos como los que recientemente se denunciaban en China? ¿Cuántas veces nos hemos topado con una imagen como ésta (propietarios chinos que se niegan a vender su terreno) en la prensa?

Por eso, porque el dinero es capaz de corromper casi a cualquiera, admiro a la resistencia...


Así, se ven preciosas casas coloniales rodeadas de nuevos edificios de pisos. Pero quién sabe: quizá sus dueños sólo esperan que suba el precio del suelo. Hasta que reviente la burbuja.

2 comentarios:

xirly dijo...

No tengo palabras. La burbuja inmobiliaria parece una plaga de langostas: está en un sitio hasta que lo destroza todo y se va a otro que aún no esté destrozado. Así, hasta la saciedad. Qué asco...

Javier Triana dijo...

Sí, la verdad es que es repugnante. Hablo con gente de aquí o que ha vivido aquí muchos años y me dicen que están destrozando la ciudad. Una pena, porque con lo fácil que es que crezca el verde aquí, podría ser preciosa...