Diciembre ha sido un mes interesante en el terreno político en Kenia. Me explico: se han concretado todos los malabarismos posibles e imaginables para aspirar a la presidencia del país, que se disputa en las elecciones previstas para el próximo 4 de marzo.
La verdad es que el tema cabalga entre ser de risa y ser dramático. Tragicómico. Por eso, y para no atragantarse con los polvorones, he optado por ilustrarlo con las viñetas de mi bienamado Gado, el caricaturista del Nation Media Group. Y nos lo tomaremos a cachondeo.
Después de que los diputados retrasaran las elecciones de agosto a diciembre de 2012 y, después, a marzo de 2013, ahora sí que sí parece que los kenianos van encarrilados a las urnas...
Si no sabes muy bien de qué va esta gaita -y te interesa, que si es que sí igual deberías de hacértelo mirar-, no estaría mal, para ponerte un poco en antecedentes, que echaras un vistazo a la anterior entrada sobre la carrera presidencial.
Bueno, al asunto: como pensar y ser crítico cansa (ser autocrítico incluso escuece, así que pa qué), las elecciones se presentan con dos opciones principales. Porque, como suele pasar, sólo existe A ó B, blanco o negro, sin margen para los grises. Y no, no era un chiste sobre la policía franquista y el color de los políticos kenianos. Así que en Kenia se plantean dos opciones políticas con posibilidades de llevarse la jirafa reticulada al agua.
Opción uno: Raila Odinga (de la tribu lúo), primer ministro desde 2008, líder en todas las encuestas de intención de voto publicadas hasta ahora. El sensacionalista diario The Star dijo hace poco que hasta podría ganar en la primera ronda electoral. Para ello se ha aliado con el vicepresidente, Kalonzo Musyoka (akamba), y con el exministro de Asuntos Exteriores, Moses Wetangula, que dejó el cargo hace más de dos años al abrirse una investigación sobre desvío de fondos que le embarraba por completo. Pero digamos que Wetangula queda en un segundo plano (hacen bien en esconderlo un poco). El Movimiento Democrático Naranja (ODM, por sus siglas en inglés) de Odinga cuenta con un gran respaldo entre la población keniana no kikuyu (ni allegados: meru y embu). Y la alianza con Musyoka puede haber terminado de despejar el camino hacia la victoria.
Ahora ya está claro que Raila Odinga (hijo de Oginga Odinga, el-primer-vicepresidente-de-Kenia-que-me-toca-la-minga-y-si-no-lo-digo-reviento) será el candidato de su Coalición para las Reformas y la Democracia, CORD. Pero las negociaciones con Musyoka llevaron un rato:
Odinga, que es de estirpe política y es un perro viejo, sabe que sus enemigos le temen. De hecho, en el último año, se ha especulado con la formación de dos alianzas políticas cuyo único programa electoral era que no ganara Odinga. Musyoka, ahora aliadísimo de Odinga, estaba presente en ambos mejunjes, si mal no recuerdo. Para que vean las vueltas que da esto. En cualquier caso, uno de los impulsores del frente anti Odinga fue Musalia Mudavadi, uno de los tres vice-primer ministros y exmiembro del ODM de Odinga, partido del que se fue rebotado porque no le iban a conceder la candidatura presidencial. Así que se montó su propio grupo político, luego se unió a los de la opción dos -que veremos ahora-, llegó a acariciar la candidatura presidencial, y luego vio el percal y abandonó el barco. Odinga le ha concedido una segunda oportunidad y le ha dicho que se una al CORD, pero Mudavadi se ha negado. Menudo jaleo. Por partes.
Opción dos: Uhuru Kenyatta (de la tribu kikuyu) y William Ruto (kalenjin), ambos imputados por crímenes de guerra y contra la humanidad por la Corte Penal Internacional por su supuesta implicación en la violencia postelectoral de 2007 y 2008, en la que fueron asesinadas unas 1.500 personas y al menos 300.000 fueron desplazadas de sus hogares. Uhuru (vice-primer ministro, exministro de Finanzas, un supuesto criminal, keniano más rico del país, e hijo del padre de la patria, Jomo Kenyatta) y Ruto (diputado y ministro obligado a dimitir por escándalos de corrupción y también acusado de actos criminales) se han unido. Y ha salido un aborto: UhuRuto.
El comienzo de este análisis sobre UhuRuto [en inglés] da una idea del engendro en cuestión: "Al igual que el ornitorrinco, el UhuRuto [...] es una bestia extraña, consistente en dos partes tan distintas que se creía que su existencia era sólo fantástica".
Los kalenjin y los kikuyu fueron en buena medida los protagonistas de la violencia postelectoral que comenzó ahora hace un lustro, por lo que algunos dicen que esta alianza minimizará el riegos de hostias de cara a las elecciones. En mi modesta opinión, como diré después, sólo aplaza los resentimientos y ambiciones de ambas comunidades, las únicas que han conseguido colocar a uno de los suyos de presidente desde la independencia del país, en 1963.
En cualquier caso, continuemos. Con el enorme lastre que supone que Uhuru y Ruto estén imputados por La Haya por la violencia postelectoral... ¿no haría falta alguien que les descargara un poco esa imagen de supuestos criminales? ¿Aunque fuera, sólo eso, imagen, y de cara al exterior? Ahí entra Mudavadi, que sólo ha estado salpicado por el caso Goldenberg, uno de los mayores escándalos de corrupción de Kenia, pero que no ha afectado a su carrera política.
Aquí es cuando entran al juego las oscuras fuerzas de la política keniana. Es que, sin folclore, esto se queda en nada. No se me vayan a quedar dormidos.
Habla Uhuru: "Nos visteis demostrar nuestra unidad en Nakuru [donde se hizo pública la alianza UhuRuto]. Pero después, un diablo que no sabe dónde empezamos, vino diciendo que si continuábamos con nuestra cruzada, Kenia no obtendría ayuda extranjera, que no venderíamos nuestro té en el extranjero, que causaríamos una guerra en Kenia. Así que decidí que, en vez de involucrar a Ruto [en la decisión de ceder su candidatura presidencial -la de Uhuru- a Mudavadi por el bien del país], tomaría la decisión yo solo porque no sabía qué le diría él a su gente".
Y encima queda de víctima. No me digan que no da para una telenovela venezolana. Uno de los comentaristas de la noticia lo borda: "¿Quién puede culpar a fuerzas oscuras de las acciones de uno? ¡Mañana voy a intentar eso con mi jefe!". Otro apostilla: "¿Puedo confiar en que las mismas fuerzas no te obligarán a nada si sales elegido presidente?" El cachondeo se prolongó también al día siguiente.
Así, la candidatura presidencial de Mudavadi pasó la historia y éste escribió al Registro de Partidos para protestar por la ruptura del pacto de alianza con Uhuru y Ruto. Así que todo apunta a que UhuRuto no contarán con Mudavadi, para bien o para mal.
Pero es que eso de UhuRuto... como que no termina de sonar bien, ¿no? De hecho, la alianza se llama Coalición Jubilee. "Jubilee", literalmente, significa "aniversario". Sin embargo, más me parece a mí -percepción totalmente personal- que se refiere a "jubilation", lo que se traduce como "júbilo", "alborozo" o "regocijo". La Real Academia de la Lengua Española, ajena por completo -imagino- a la política keniana, da involuntariamente en el clavo con su definición de júbilo.
Con signos exteriores. Somos muchos los malpensados que por aquí creemos que, de llegar al poder, la Coalición de la Viva Alegría Que Se Manifiesta Con Signos Exteriores va a sacar a flote sus Ambiciones Interiores y se va a montar una trifulquilla interna con algún que otro damnificado.
Visto lo visto, ¿hay alternativas? ¿Existe una tercera fuerza política? ¿Tendría posibilidades?
La forman Peter Kenneth (secretario de Estado en el Ministerio Vision 2030), Raphael Tuju (diputado y exconsejero presidencial) y Eugene Wamalwa (ministro de Justicia y otro veleta de la política, a lo Mudavadi o a lo Musyoka). Hasta donde sé, no se ha concretado aún quién será el candidato presidencial de esta alianza, lo que podría dar problemas en el futuro, pero tampoco vamos a adelantar acontecimientos. Actualización 27 de diciembre: Parece que la Alianza Águila (así se llaman los amiguetes) están tratando de alguna forma de barrer para sí a... ¡Mudavadi! Pero el plazo para registrar las alianzas políticas acabó el pasado 4 de diciembre, así que no sé muy bien qué triquiñuela inventarán.
¿Quién se ha salvado de la quema de las alianzas imposibles? Pues la única candidata: Martha Karua. Que ya vio que su apoyo al actual presidente, Mwai Kibaki, en el robo de elecciones de 2007 le hizo perder muchos simpatizantes y ha optado por presentarse sola, sin aliarse con gentuza.¿Demasiado tarde para su imagen? No tiene por qué. Pero Kenia no parece que vaya a votar a una mujer para presidenta. Aquí lo del voto femenino, como colectivo, ni se considera. Y en cualquier caso, Karua es kikuyu, una comunidad cuyo voto está bastante inclinado en favor de Uhuru.
Al final, será más de lo mismo. Lo que ocurre en todas partes, sin duda, solo que en algunos países, como Kenia, las diferencias son tan abismales que es especialmente desalentador...
La verdad es que el tema cabalga entre ser de risa y ser dramático. Tragicómico. Por eso, y para no atragantarse con los polvorones, he optado por ilustrarlo con las viñetas de mi bienamado Gado, el caricaturista del Nation Media Group. Y nos lo tomaremos a cachondeo.
Después de que los diputados retrasaran las elecciones de agosto a diciembre de 2012 y, después, a marzo de 2013, ahora sí que sí parece que los kenianos van encarrilados a las urnas...
Hay luz al final del túnel, hay luz al final del túnel... |
Si no sabes muy bien de qué va esta gaita -y te interesa, que si es que sí igual deberías de hacértelo mirar-, no estaría mal, para ponerte un poco en antecedentes, que echaras un vistazo a la anterior entrada sobre la carrera presidencial.
Bueno, al asunto: como pensar y ser crítico cansa (ser autocrítico incluso escuece, así que pa qué), las elecciones se presentan con dos opciones principales. Porque, como suele pasar, sólo existe A ó B, blanco o negro, sin margen para los grises. Y no, no era un chiste sobre la policía franquista y el color de los políticos kenianos. Así que en Kenia se plantean dos opciones políticas con posibilidades de llevarse la jirafa reticulada al agua.
Opción uno: Raila Odinga (de la tribu lúo), primer ministro desde 2008, líder en todas las encuestas de intención de voto publicadas hasta ahora. El sensacionalista diario The Star dijo hace poco que hasta podría ganar en la primera ronda electoral. Para ello se ha aliado con el vicepresidente, Kalonzo Musyoka (akamba), y con el exministro de Asuntos Exteriores, Moses Wetangula, que dejó el cargo hace más de dos años al abrirse una investigación sobre desvío de fondos que le embarraba por completo. Pero digamos que Wetangula queda en un segundo plano (hacen bien en esconderlo un poco). El Movimiento Democrático Naranja (ODM, por sus siglas en inglés) de Odinga cuenta con un gran respaldo entre la población keniana no kikuyu (ni allegados: meru y embu). Y la alianza con Musyoka puede haber terminado de despejar el camino hacia la victoria.
Odinga al volante. Musyoka, haciendo de limpiaparabrisas (wiper). Su partido es el Wiper Democratic Movement. |
Ahora ya está claro que Raila Odinga (hijo de Oginga Odinga, el-primer-vicepresidente-de-Kenia-que-me-toca-la-minga-y-si-no-lo-digo-reviento) será el candidato de su Coalición para las Reformas y la Democracia, CORD. Pero las negociaciones con Musyoka llevaron un rato:
Odinga, que es de estirpe política y es un perro viejo, sabe que sus enemigos le temen. De hecho, en el último año, se ha especulado con la formación de dos alianzas políticas cuyo único programa electoral era que no ganara Odinga. Musyoka, ahora aliadísimo de Odinga, estaba presente en ambos mejunjes, si mal no recuerdo. Para que vean las vueltas que da esto. En cualquier caso, uno de los impulsores del frente anti Odinga fue Musalia Mudavadi, uno de los tres vice-primer ministros y exmiembro del ODM de Odinga, partido del que se fue rebotado porque no le iban a conceder la candidatura presidencial. Así que se montó su propio grupo político, luego se unió a los de la opción dos -que veremos ahora-, llegó a acariciar la candidatura presidencial, y luego vio el percal y abandonó el barco. Odinga le ha concedido una segunda oportunidad y le ha dicho que se una al CORD, pero Mudavadi se ha negado. Menudo jaleo. Por partes.
Opción dos: Uhuru Kenyatta (de la tribu kikuyu) y William Ruto (kalenjin), ambos imputados por crímenes de guerra y contra la humanidad por la Corte Penal Internacional por su supuesta implicación en la violencia postelectoral de 2007 y 2008, en la que fueron asesinadas unas 1.500 personas y al menos 300.000 fueron desplazadas de sus hogares. Uhuru (vice-primer ministro, exministro de Finanzas, un supuesto criminal, keniano más rico del país, e hijo del padre de la patria, Jomo Kenyatta) y Ruto (diputado y ministro obligado a dimitir por escándalos de corrupción y también acusado de actos criminales) se han unido. Y ha salido un aborto: UhuRuto.
¡La auténtica coalición política con nombre de eructo! |
El comienzo de este análisis sobre UhuRuto [en inglés] da una idea del engendro en cuestión: "Al igual que el ornitorrinco, el UhuRuto [...] es una bestia extraña, consistente en dos partes tan distintas que se creía que su existencia era sólo fantástica".
Los kalenjin y los kikuyu fueron en buena medida los protagonistas de la violencia postelectoral que comenzó ahora hace un lustro, por lo que algunos dicen que esta alianza minimizará el riegos de hostias de cara a las elecciones. En mi modesta opinión, como diré después, sólo aplaza los resentimientos y ambiciones de ambas comunidades, las únicas que han conseguido colocar a uno de los suyos de presidente desde la independencia del país, en 1963.
En cualquier caso, continuemos. Con el enorme lastre que supone que Uhuru y Ruto estén imputados por La Haya por la violencia postelectoral... ¿no haría falta alguien que les descargara un poco esa imagen de supuestos criminales? ¿Aunque fuera, sólo eso, imagen, y de cara al exterior? Ahí entra Mudavadi, que sólo ha estado salpicado por el caso Goldenberg, uno de los mayores escándalos de corrupción de Kenia, pero que no ha afectado a su carrera política.
- Uhuru: Vamos a formar el gobierno de los sospechosos... - Ruto: ...por los sospechosos... - Mudavadi: ¡...para los sospechosos! |
Aquí es cuando entran al juego las oscuras fuerzas de la política keniana. Es que, sin folclore, esto se queda en nada. No se me vayan a quedar dormidos.
Habla Uhuru: "Nos visteis demostrar nuestra unidad en Nakuru [donde se hizo pública la alianza UhuRuto]. Pero después, un diablo que no sabe dónde empezamos, vino diciendo que si continuábamos con nuestra cruzada, Kenia no obtendría ayuda extranjera, que no venderíamos nuestro té en el extranjero, que causaríamos una guerra en Kenia. Así que decidí que, en vez de involucrar a Ruto [en la decisión de ceder su candidatura presidencial -la de Uhuru- a Mudavadi por el bien del país], tomaría la decisión yo solo porque no sabía qué le diría él a su gente".
Y encima queda de víctima. No me digan que no da para una telenovela venezolana. Uno de los comentaristas de la noticia lo borda: "¿Quién puede culpar a fuerzas oscuras de las acciones de uno? ¡Mañana voy a intentar eso con mi jefe!". Otro apostilla: "¿Puedo confiar en que las mismas fuerzas no te obligarán a nada si sales elegido presidente?" El cachondeo se prolongó también al día siguiente.
Así, la candidatura presidencial de Mudavadi pasó la historia y éste escribió al Registro de Partidos para protestar por la ruptura del pacto de alianza con Uhuru y Ruto. Así que todo apunta a que UhuRuto no contarán con Mudavadi, para bien o para mal.
Pero es que eso de UhuRuto... como que no termina de sonar bien, ¿no? De hecho, la alianza se llama Coalición Jubilee. "Jubilee", literalmente, significa "aniversario". Sin embargo, más me parece a mí -percepción totalmente personal- que se refiere a "jubilation", lo que se traduce como "júbilo", "alborozo" o "regocijo". La Real Academia de la Lengua Española, ajena por completo -imagino- a la política keniana, da involuntariamente en el clavo con su definición de júbilo.
Con signos exteriores. Somos muchos los malpensados que por aquí creemos que, de llegar al poder, la Coalición de la Viva Alegría Que Se Manifiesta Con Signos Exteriores va a sacar a flote sus Ambiciones Interiores y se va a montar una trifulquilla interna con algún que otro damnificado.
Visto lo visto, ¿hay alternativas? ¿Existe una tercera fuerza política? ¿Tendría posibilidades?
La forman Peter Kenneth (secretario de Estado en el Ministerio Vision 2030), Raphael Tuju (diputado y exconsejero presidencial) y Eugene Wamalwa (ministro de Justicia y otro veleta de la política, a lo Mudavadi o a lo Musyoka). Hasta donde sé, no se ha concretado aún quién será el candidato presidencial de esta alianza, lo que podría dar problemas en el futuro, pero tampoco vamos a adelantar acontecimientos. Actualización 27 de diciembre: Parece que la Alianza Águila (así se llaman los amiguetes) están tratando de alguna forma de barrer para sí a... ¡Mudavadi! Pero el plazo para registrar las alianzas políticas acabó el pasado 4 de diciembre, así que no sé muy bien qué triquiñuela inventarán.
¿Quién se ha salvado de la quema de las alianzas imposibles? Pues la única candidata: Martha Karua. Que ya vio que su apoyo al actual presidente, Mwai Kibaki, en el robo de elecciones de 2007 le hizo perder muchos simpatizantes y ha optado por presentarse sola, sin aliarse con gentuza.¿Demasiado tarde para su imagen? No tiene por qué. Pero Kenia no parece que vaya a votar a una mujer para presidenta. Aquí lo del voto femenino, como colectivo, ni se considera. Y en cualquier caso, Karua es kikuyu, una comunidad cuyo voto está bastante inclinado en favor de Uhuru.
Porque, ¿hasta qué punto estarán estas elecciones marcadas por cuestiones tribales? Pues nada más por la sana alternancia en el poder de las tribus, bastante. Es hora -parece- de que otras tribus, más allá de los kikuyu (Jomo Kenyatta y Mwai Kibaki) y los kalenjin (Daniel Arap Moi), desfalquen las arcas estatales en beneficio de su gente.
En ese sentido, los extranjeros tenemos una sensación generalizada, a pesar de que los kenianos aseguren haber aprendido de la violencia postelectoral de hace cinco años: si no gana Odinga (lúo), el recurso a la violencia es mucho más probable. Claro que quiénes somos los foráneos para decirles a los kenianos a quién votar. Si después, los que sufrirán el ostracismo internacional por elegir como presidente a un futurible condenado por crímenes contra la humanidad son ellos. Y más en un país que depende tanto de la ayuda internacional y el turismo. Pero bueno.
Al final, será más de lo mismo. Lo que ocurre en todas partes, sin duda, solo que en algunos países, como Kenia, las diferencias son tan abismales que es especialmente desalentador...
En el cesto: Promesas. Del cielo caen Nuevas Promesas. ¡Otra vez es la temporada de las promesas! |
2 comentarios:
Buenísima la entrada Jas, de un tirón, una buena perspectiva del ambiente prelectoral en Kenia. Política africana para dummies, mil gracias paganas.
Gracias, Mery :) Ya sé que no le interesan a nadie, pero estas elecciones pintan la mar de interesantes...
Publicar un comentario