jueves, 18 de julio de 2013

Mandela: dos puños contra el apartheid


Encamado en estado crítico en un hospital de Pretoria, Nelson Mandela cumple hoy 95 años. Pero en un tiempo que parece ya agotado -Sudáfrica padece ahora, en muchos aspectos, una falta de liderazgo y un olvido práctico de los principios que movieron a Mandela a dar la vuelta al sistema- Madiba fue uno de los púgiles más hábiles en la lucha contra el apartheid.

Nunca fardó de ser un fiera en el ring. Quizá no tanto por modestia como por que realmente no lo fuera. En su autobiografía, El largo camino a la libertad, lo máximo que aventura es a definirse como "un boxeador decente". Sus golpes, no obstante, terminarían tumbando todo un sistema. Acto seguido, ofrecería su mano abierta para levantar a un país en KO.

"[...] casi cada tarde libre, entrenaba en el Centro Comunitario. En años anteriores, había llevado conmigo a mi hijo Thembi, y para 1956, cuando contaba diez años, ya era un larguirucho y sagaz púgil. [...] Nuestro boxeador estrella, Jerry Moloi, se convirtió después en campeón de Transvaal y principal aspirante al título nacional. [...]
El gimnasio estaba mal equipado. No nos podíamos permitir un cuadrilátero, y entrenábamos sobre suelo de cemento, lo cual era particularmente peligroso cuando un boxeador era noqueado. Teníamos un solo saco de arena y unos pocos pares de guantes. [...]
Aunque había boxeado un poco en Fort Hare, no fue hasta que viví en Johannesburgo que empecé a tomarme el deporte en serio. Nunca fui un gran boxeador. Estaba en la categoría de pesos pesados, y no tenía ni suficiente potencia para compensar mi lentitud, ni suficiente velocidad que supliera mi falta de fuerza. Me gustaba más la ciencia del boxeo que su violencia. Me intrigaba cómo uno movía su cuerpo para protegerse, cómo se usaba la estrategia de ataque y retirada, cómo uno se marcaba el ritmo en el combate. El boxeo es igualador. En el ring, el rango, la edad, el color y la riqueza son irrelevantes. Cuando estás rodeando a tu oponente, descubriendo sus puntos fuertes y débiles, no estás pensando en su color o en su estrato social. [...]"

Este pasado boxeador queda plasmado en una nueva escultura de Marco Cianfarelli en el centro de Johannesburgo, cerca de donde Mandela y Oliver Tambo regentaban su bufete de abogados: los primeros negros sudafricanos en hacerlo.



La estatua, "Shadow Boxing", de casi 6 metros de alto, está entre aquel edificio, Chancellor House, y el Tribunal de Magistrados de Johannesburgo, en un trayecto que el propio Madiba debió caminar incontables veces. 


La imagen que inspiró el monumento fue la de la derecha, tomada por Bob Gosani en 1952 en la azotea del edificio de la Asociación de Periódicos Sudafricanos. En ella se puede ver a un joven Mandela y a Jerry Moloi (y sus sombras) en pose de combate.

El escultor cree que el boxeo "es una gran metáfora del sistema legal", ya que hay oportunidades de defenderse del oponente y de tumbarlo en un oportuno golpe. En el caso de Mandela, la similitud con su trayectoria es evidente.



'Nos turnábamos liderando las sesiones de entrenamiento para desarrollar el liderazgo, la iniciativa y la autoconfianza. A Thembi le encantaba liderar estas sesiones. Las cosas se me ponían un poco cuesta arriba en las tardes que mi hijo estaba al mando, porque no me pasaba una. Me reprendía cuando vagueaba. Todo el mundo me llamaba "Jefe" en el gimnasio, un título que él evitaba llamándome "Señor Mandela" y, de vez en cuando, cuando se apiadaba de su viejo, me llamaba "mi hermano". Cuando me veía holgazanear, decía en voz adusta: "Señor Mandela, está malgastando nuestro tiempo esta noche. Si no puede seguir el ritmo, ¿por qué no se va a casa a sentarse con las viejas?". Todo el mundo se divertía enormemente con estas burlas, y a mí me alegraba ver a mi hijo tan feliz y confiado'.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tu blog, es un placer leer lo que haces por allí y tu humana interpretación. m.