domingo, 19 de septiembre de 2010

La sombra del Sol

He vivido unos cuantos años en África. Fui allí por primera vez en 1957. Luego, a lo largo de cuarenta años, he vuelto cada vez que se me presentaba la ocasión. Viajé mucho. Siempre he evitado las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran política. Todo lo contrario: prefería subirme a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical. Su vida es un martirio, un tormento que, sin embargo, soportan con una tenacidad y un ánimo asombrosos.
De manera que éste no es un libro sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sobre mis encuentros con ellos y el tiempo que pasamos juntos. Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos "Áfirca". En realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe.



Es el inequívoco comienzo de Ébano, de Ryszard Kapuscinski. Es la tercera vez en seis años que saboreo sus páginas, pero en esta ocasión lo leo con otros ojos. Ahora, aunque sea tan sólo en una millonésima parte, creo entender lo que dice.

1 comentario:

Fran dijo...

Mucho ánimo con tu aventura. Creo comprender lo que dices de Ébano. Hay muchas imágenes de ese libro que me asaltan cuando paseo por las ciudades de Egipto, que es un extremo de África que juega a menudo a no serlo.

Bienvenido al continente y mucha suerte,