Lo de los atascos en Nairobi no tiene nombre. Más que hora punta, se debería acuñar el término no hora punta, para los ratos en que se puede circular sin tener ganas de arrancarse un brazo de cuajo. Ahora, en época de lluvias, es todavía peor. Pero voy al grano, que si no me disperso despotricando.
El otro día -una vez más- me quedé atrapado en el tráfico. Esta vez por culpa de unas obras en un importante nudo de carreteras de la capital keniana, que a todas luces cuenta con más vehículos de los que sus estrechas calles pueden soportar.
Un coche de policía que había por ahí encendió las luces y, poco a poco, se fue abriendo paso. El arte de escurrirse entre los coches bien lo conocen los conductores de matatus, que usan las aceras como carril supletorio, si es necesario. La Ley no va con ellos. Lo que me dio que pensar fue que la gente, harta de perder el tiempo atascada, comenzó a usar todos los caminos posibles. Y lo mismo hizo el taxista que me llevaba: "Vamos a probar por fuera de la carretera" (off road), me dijo. Y al poco rato circulábamos tranquilamente.
El concepto se podría aplicar también otros aspectos de un país que pierde hasta el cuarenta por ciento del presupuesto nacional en corrupción. Off road para conseguir esto y lo otro. Y la gente de a pie, poco a poco, va entrando en ese círculo, porque sabe que obtendrán lo que desean de manera más sencilla.
¿Y si conducimos como vivimos? ¿Y si nuestra conducción es tan sólo un reflejo de nuestra vida fuera del volante? ¿Y si me estoy haciendo una seria paja mental?
3 comentarios:
Y a lo que iba el post: ¿y si la civilización a la hora de conducir, el modo de hacerlo, la regulación del tráfico y la aplicación de sus penas fueran un fiel reflejo de cada país? En los que conozco, creo que el ejemplo podría valer.
Podríamos reforzar esta teoría con nuestra experiencia italiana, O Javier...
no es mal simil la verdad... Sirve hasta para San Andres de cameros... y sucedaneos.
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