Todo empezó con una anécdota que me contó una compañera hace años. Una conversación entre un fulano del Ministerio español de Asuntos Exteriores y otro (u otra, no lo sé) del Consulado de España en Hong Kong. Lo que se le filtró a mi amiga, corresponsal en la región, fueron las palabras del funcionario que estaba en Madrid, quien dijo algo así como: "Japón... Hong Kong... Si en el fondo es un asunto de pronunciación".
Estamos entre finales de marzo y principios de abril de 2011 y hay una guerra civil en Costa de Marfil. El medio para el que trabajo cuenta allí con sólo un corresponsal local que, seamos serios, dista bastante del ideal de eficiencia. Además, no cuenta con medios para mandar vídeo, que es lo que, al parecer, reclamaban los clientes de mis empleadores.
Así que, un día cualquiera, recibo una llamada, de alguien que no es mi jefe, ni el jefe de mi jefe, y que ni siquiera está en un departamento del que yo dependa. Me cuenta, alarmado, lo que acabo de exponer: que no hay imágenes de Costa de Marfil, que los clientes las están pidiendo y que, ya que voy a hacer una crónica de radio (desde Nairobi, sobre algo que acontece en Abiyán), que por qué no la grabo a cámara. Y ya puestos -dice-, que por qué no me saco la cámara de vídeo a la calle, para que se vea gente y (cito textualmente) "la negritud, Mama África, ya sabes..." Si total, son negros. Qué más da que Abiyán esté más cerca de Madrid que de Nairobi (se puede comprobar aquí) u otras mil razones más para denunciar esa sugerencia. Respondí que sí del modo más amable que pude y luego, evidentemente, pasé de hacerle ningún tipo de caso. ¿Se imaginan a un corresponsal de la CCTV (la televisión estatal china) en una calle de Madrid informando sobre disturbios en Moscú? Pues eso.
Unos meses después, tras la declaración de la ONU del estado de hambruna algunas regiones del sur de Somalia, usaron para un vídeo algunas de las imágenes que yo había filmado en el campo keniano de refugiados de Dadaab, pero para hablar de Somalia. No sobre refugiados somalíes (que hay cientos de miles en Dadaab), sino sobre Somalia.
Muy en la línea de lo que le sucedió a un amigo, corresponsal en África subsahariana, a quien le firmaron un artículo en Yibuti, Kenia, como si ese pequeño país de África oriental fuera un pueblo keniano.
La última que me ha pasado ocurrió hace nada: con motivo de la Nochevieja etíope, publiqué una noticia, porque me pareció que, en medio de todos los onceeses, era una celebración diferente. Pues bien, un diario decidió, no sólo inventar cosas que no registraba el teletipo, sino ilustrar la nota con una foto del cantante senegalés Youssou N'Dour durante su visita a Dadaab.
No creo que suponga un suplicio documentarse mínimamente antes de informar sobre una materia que se desconoce. Qué digo informarse, ¡si con mirar el Google Maps para saber dónde está cada sitio basta! Pero imagino que estoy pidiendo demasiado porque, al fin y al cabo, estamos hablando de negros. O mejor dicho, de no blancos. No sé si es ignorancia, dejadez, falta de profesionalidad, vagancia, todo a la vez o qué. Pero, oigan, ¡en mi país hay más de 4 millones de parados! Entre ellos, hay miles de periodistas deseando que les den la oportunidad de hacerlo mejor...
Como tengo constancia de que lo que pasa con la información africana sucede también en otras partes del mundo [total, si son chinos...], queridos amiguitos,no os fiéis un cagao mirad siempre con lupa lo que publican los medios. Palabrita de alguien que los sufre a diario.
Punto A: Japón / Punto B: Hong Kong. Unos miles de kilómetros de por medio... |
Estamos entre finales de marzo y principios de abril de 2011 y hay una guerra civil en Costa de Marfil. El medio para el que trabajo cuenta allí con sólo un corresponsal local que, seamos serios, dista bastante del ideal de eficiencia. Además, no cuenta con medios para mandar vídeo, que es lo que, al parecer, reclamaban los clientes de mis empleadores.
Así que, un día cualquiera, recibo una llamada, de alguien que no es mi jefe, ni el jefe de mi jefe, y que ni siquiera está en un departamento del que yo dependa. Me cuenta, alarmado, lo que acabo de exponer: que no hay imágenes de Costa de Marfil, que los clientes las están pidiendo y que, ya que voy a hacer una crónica de radio (desde Nairobi, sobre algo que acontece en Abiyán), que por qué no la grabo a cámara. Y ya puestos -dice-, que por qué no me saco la cámara de vídeo a la calle, para que se vea gente y (cito textualmente) "la negritud, Mama África, ya sabes..." Si total, son negros. Qué más da que Abiyán esté más cerca de Madrid que de Nairobi (se puede comprobar aquí) u otras mil razones más para denunciar esa sugerencia. Respondí que sí del modo más amable que pude y luego, evidentemente, pasé de hacerle ningún tipo de caso. ¿Se imaginan a un corresponsal de la CCTV (la televisión estatal china) en una calle de Madrid informando sobre disturbios en Moscú? Pues eso.
Unos meses después, tras la declaración de la ONU del estado de hambruna algunas regiones del sur de Somalia, usaron para un vídeo algunas de las imágenes que yo había filmado en el campo keniano de refugiados de Dadaab, pero para hablar de Somalia. No sobre refugiados somalíes (que hay cientos de miles en Dadaab), sino sobre Somalia.
Muy en la línea de lo que le sucedió a un amigo, corresponsal en África subsahariana, a quien le firmaron un artículo en Yibuti, Kenia, como si ese pequeño país de África oriental fuera un pueblo keniano.
Entre Kenia y Yibuti sólo media toda Etiopía... |
La última que me ha pasado ocurrió hace nada: con motivo de la Nochevieja etíope, publiqué una noticia, porque me pareció que, en medio de todos los onceeses, era una celebración diferente. Pues bien, un diario decidió, no sólo inventar cosas que no registraba el teletipo, sino ilustrar la nota con una foto del cantante senegalés Youssou N'Dour durante su visita a Dadaab.
No creo que suponga un suplicio documentarse mínimamente antes de informar sobre una materia que se desconoce. Qué digo informarse, ¡si con mirar el Google Maps para saber dónde está cada sitio basta! Pero imagino que estoy pidiendo demasiado porque, al fin y al cabo, estamos hablando de negros. O mejor dicho, de no blancos. No sé si es ignorancia, dejadez, falta de profesionalidad, vagancia, todo a la vez o qué. Pero, oigan, ¡en mi país hay más de 4 millones de parados! Entre ellos, hay miles de periodistas deseando que les den la oportunidad de hacerlo mejor...
Como tengo constancia de que lo que pasa con la información africana sucede también en otras partes del mundo [total, si son chinos...], queridos amiguitos,
4 comentarios:
¡Qué fuerte lo de Costa de Marfil! Vamos, y todo lo demás. Cuando ves estas cosas prefieres pensar que se trata de errores, pero está claro que no.
En fin, muy buena la técnica de decir a todo que sí y luego no hacer ni caso.
¡Ánimo!
Flipo.
Aunque la verdad es que sorprenderme, sorprenderme... ya no me sorprende. Corresponsales que cubran de Marruecos a Irak así to seguío porque "total, son árabes todos" también los hay a patadas... Qué percal.
Y sí: yo ahora aconsejo a familiares y amigos que no se crean na que vean la prensa, laverdá ;)
Ánimo!!
Qué triste... Buf...
Estamos en la epoca de la inmediated absoluta,y ni se contrastan las cosas ni falta que hace porque todo vale. Y si encima es algo que a la mayoria de la gente le entra por un oido y le sale por otro...
Y en otro estilo...¿recuerdas hace poco Telemadrid con imagenes de Grecia para ilustrar nuestro 15M? Pues eso.
Por otra parte, esta cifra de parados de esta nuessssstra nacion, es de las mayores farsas ultimamente.
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