sábado, 12 de noviembre de 2011

En casa de los caraquemadas

Cuenta la leyenda (y -para qué engañarnos- mi guía de viajes) que fue Cus (o Etíope), bisnieto de Noé, el fundador de Etiopía. Pues Cus es el nombre hebreo para referirse al país.

Etiopía. Del griego Aethiopis. Traducción que los museos del país adoptan como la tierra de los caraquemadas.

Acabo de volver de pasar dos semanas de vacaciones por allí. Por esta razón, porque estoy casi totalmente desconectado de la actualidad africana, porque en pocos días me vuelvo a marchar, y porque no tengo nada mejor que contar por aquí y había dejado este espacio abandonado durante esta ausencia, he pensado comenzar una serie de entradas sobre lo que por allá vi.

He leído algunos libros sobre el país, no he pasado más que quince días allí y he hablado con varias personas. Así que, como dice mi amigo Juanma, me dejaré llevar por el candor de las primeras impresiones, aun consciente de que, si pasara por allí quince días más, muchos de estos apuntes cambiarían de forma.

Ahí va una lista un tanto aleatoria.

Tiempo.
Aterricé en Adis Abeba el noveno día del segundo mes de 2004. Hace apenas tres semanas.


Cuando, en 1582, el mundo cristiano sustituyó el calendario juliano por el revisado calendario gregoriano, Etiopía no lo hizo. Y nunca lo ha hecho. Su año consta de trece meses, con los doce primeros de treinta días, mientras que el décimotercero dura 5 (ó 6 en años bisiestos). Así pues, Etiopía estaría entre 7 y 8 años por detrás del calendario occidental. Según el calendario oficial etíope, la nochevieja es... ¡el 11 de septiembre!

Según la Autoridad Nacional de Tursimo, allí podrás disfrutar de la Tierra Soleada ¡durante 13 meses!

También hay agencias de viajes que promocionan: "Viaje por Etiopía... y sea siete años más joven". No es que en 2004 tuviera un figurín excepcional, pero aseguro que la vuelta en el Delorean volador de Kenya Airways a ese año no me ha conseguido quitar mis michelines.

El tiempo cotidiano. Como sucede en el mundo swahili, el día se rige por el sol. La hora cero son nuestras seis de la mañana, cuando amanece. Lógica aplastante.
El tempo humano. Baste la frase de una azafata al aterrizar el avión en una de sus múltiples paradas: "Los pasajeros que prosigan el vuelo con destino a Lalibela, deberán permanecer en sus asientos aproximadamente unos minutos".

Religión.
Partiendo de que, según la leyenda, el país lo fundó un bisnieto de Noé, podemos imaginar que la religión tiene una fuerte presencia. En Etiopía hay, principalmente, cristianos ortodoxos y musulmanes, y, en menor medida, judíos. Es la presunta tierra de la Reina de Saba y hogar del Arca de la Alianza... pero de eso hablaremos a su debido tiempo.

La omnipresencia de la religión se nota en una calle cualquiera: si se pasa por delante de un templo, o simplemente de una cruz, el caminante se santiguará varias veces, agachará la cabeza, emitirá un rezo y quizá hasta besará el suelo, dependiendo de su grado de religiosidad.

He aquí unos cuantos rezando a la puerta de la iglesia...
He llegado a ver gente santiguándose en el autobús a toda velocidad al pasar delante de una iglesia. Pero como soy un completo ignorante en materia religiosa, mejor dejar aquí este asunto.

Orgullo etíope.
"Muchos africanos recibirán al visitante amablemente, pero sólo con la cabeza. En Etiopía os recibimos con la cabeza y el corazón. Nosotros nunca hemos sido colonizados, no tenemos ese resentimiento hacia los blancos", me dijo un etíope en Gondar. Una cantinela, la de no haber sido colonizados, que les llena de orgullo. Aprovechan cualquier excusa para soltársela al visitante. Se ve en la actitud de no achicarse ante nada ni nadie que, lamentablemente, se percibe aún hoy en las poblaciones de otros países africanos.

Y yo respeto este orgullo. Pero quizá convendría recordarles que, aunque nunca hayan sido sometidos por extranjeros (si exceptuamos los cinco años de ocupación italiana bajo Mussolini), nunca han dejado de estarlo por sus propios compatriotas. Porque nunca ha existido en Etiopía un sistema de gobierno electo libremente por el pueblo.

Idioma.
El ahmárico -procedente del Geez, ahora usado sólo por los sacerdotes- es el idioma nacional. Sus caracteres resultan ininteligibles para unos ojos extranjeros no instruidos, como los míos. Tampoco al oído había forma de comprender una conversación, salvo por algunos términos importados del italiano, del árabe y comunes con el swahili. Obviamente, culpa mía por no hablar ahmárico, pero lo cierto es que no muchos hablan inglés, y eso que yo me moví en el sector turístico. Hubo momentos de incomprensión, de sentimiento de ananlfabetismo (por mi parte, claro) que me recordaron a los episodios más divertidos que viví en los meses que pasé en China.

El ahmárico tiene 7 vocales, de ahí que las transcripciones puedan variar: Abeba/Ababa, farenji/faranji, Gonder/Gondar, injera/enjera...

Sociedad.
"[...] alimentada además por la enfermiza suspicacia que cada ahmara [hasta hace unos años, la etnia dominante en Etiopía] profesa hacia otro hombre (incluido otro ahmara) en quien nunca se debe confiar, ni creer en su palabra, ni contar con él, porque las intenciones de la gente son malas y perversas; todos son unos conspiradores. La filosofía de los ahmaras es pesimista y triste. Por eso sus miradas son también tristes además de alertas y vigilantes; sus rostros, de facciones tensas, muestran seriedad; raras veces se permiten la sonrisa". Es un fragmento de El Emperador, de Ryszard Kapuscinski.

Esas líneas están escritas entre mediados y finales de los años 70, cuando Haile Selassie acababa de ser derrocado por el Derg. No obstante, un amigo residente en Adis Abeba me dijo: "El tío [Kapuscinski] los caló rapidísmo..."

No tengo material para evaluarlo. Mi contacto con los etíopes me ha reportado alegrías y disgustos. Como pasa en cualquier lugar. Porque cabrones hay en todas partes. Y, en mayor medida, por suerte, también buena gente.

Pobreza. Balones de trapo por todo el país. Tan sólo en la capitalina Plaza de Meskel, donde los chavales echan pachangas de fútbol, vi balones de verdad. Y gente pidiendo. Mucha. Sin embargo, me dicen quienes viven allí que no existen grandes barriadas chabolistas, como sucede en Nairobi. Me queda la duda ¿dónde vive, pues, esta gente?

Algunos, en las jaulas de uralita que cualquiera puede ver por las calles de Adis... 


Las historias de sus moradores -me cuenta un amigo- son casi de ciencia ficción. 

Por cierto, que no es habitual ver a un etíope fumando. Y los hombres llevan peinados más variados que el típido rapado de esta región.

Infraestructuras.
La primera vez que estuve en Etiopía fue en Moyale, un pueblo fronterizo (entre Kenia y Etiopía) en el sentido más literal de la palabra. Fue hace unos meses. Estábamos en el norte de Kenia visitando proyectos de la Unión Europea en la zona para combatir la sequía. Como teníamos una tarde libre, decidimos cruzar la frontera y tomarnos un algo en el país vecino, que no dejaba de ser el mismo pueblo. Pero, mientras el Moyale-Kenia tenía calles de tierra, Moyale-Etiopía contaba con una buena carretera asfaltada.

Ese fue mi primer contacto. Y desde entonces no he dejado de alucinar con las infraestructuras etíopes. Aeropuertos y carreteras de un nivel muy superior al de Kenia. Calles en la capital mejores que la más importante de las autopistas de Kenia (Nairobi-Mombasa). Avenidas de varios carriles, contra las que las estrechas (y, por tanto, colapsadas) calles de Nairobi no tienen nada que hacer. En Meskel, Adis Abeba, se juntan 14 carriles. Impensable para un país como Kenia, supuesta potencial regional o, al menos, mucho más rico que Etiopía. Supongo que la corrupción keniana se puede ver en aspectos como ese.

No obstante, amigos de Nairobi conocedores de Etiopía dicen que, en sus viajes por allí, hace unos años,  las carreteras más allá de Adis dejan mucho que desear. No es eso lo que yo vi, la verdad.

2 comentarios:

xirly dijo...

Yo, erre que erre con mis aportaciones lingüísticas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_am%C3%A1rico
y
http://www.ethnologue.com/show_country.asp?name=et.
Buena primera visión del país y estoy esperando a ver qué opinan ellos del arca de la alianza...

Javier Triana dijo...

Gracias, Anna! Servidor, no-filólogo, como sabes, echó de menos unos conocimientos básicos ;)