miércoles, 28 de marzo de 2012

Desayuno con petróleo. Y con legañas.

Madrugar mata. Deberían poner una pegatina al estilo de las de las cajetillas de tabaco en los despertadores. Esta mañana, aún con legañas en los ojos y un sueño de tres mil quinientos pares de cojones, he ido a la presentación en Nairobi de Africa's Future. Darkness to Destiny, de Duncan Clarke. Que, dicho así, puede dar bastante respeto, pero ha resultado ser hasta interesante.

Clarke es el big boss de la consultoría de petróleo y recursos naturales Global Pacific and Partners, que ha asesorado a gobiernos y empresas de todo el mundo en esta materia, lleva cuarenta años estudiando el tema y ha escrito cuatro libros sobre eso, incluido el que acabo de mencionar. Vamos, que se le debería suponer algún conocimiento sobre el tema. Tras la rueda de prensa -a la que hemos asistido Perry, Rita, la madre del topo y un servidor, básicamente-, he aprovechado para hacerle unas preguntillas...

"Las maldiciones de África son los políticos y sus políticas", asegura.

La conversación ocurre en un contexto de grandes descubrimientos petrolíferos en la zona. Kenia acaba de hallar un pozo en la región septentrional de Turkana, Uganda parece dar sus primeros pasitos hacia la producción de crudo, Tanzania ha encontrado unos cuantos pozos en la zona y Somalia y Kenia se disputan un supuesto importante yacimiento submarino muy cerquita de su ahora insegura frontera.

"El descubrimiento de petróleo en África oriental son muy buenas noticias. El problema no es lo que hay debajo del suelo [underground], sino quienes están detrás [background]".

El discruso de Clarke me parece liberal y un tanto pesimista con el futuro de África, pero -desde mi desconocimiento de la materia y de los intereses que su empresa pudiera tener en todo este mejunje- suena, de algún modo, coherente.

"La ilusión de la creciente 'clase media' en África ha sido malinterpretada, y se refiere a aquellas personas con unos ingresos diarios de entre 4 y 20 dólares [...] En 2010, las personas con una renta inferior a 10 dólares al día constituyen el 81,5 por ciento del total de la población africana. Aquéllos con más de 20 dólares diarios (600 dólares al mes), un 4,48 por cien".

Algo que ya contextualizó en su momento el corresponsal de El País por estos lares, José Miguel Calatayud.

Durante la presentación del libro, Clarke ha venido a contar lo que escribió en este artículo (en inglés) unos días atrás.

"Quienes, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, berrean altas expectativas de crecimiento en África -un 5 por ciento de crecimiento anual del PIB en los próximos 40 años, o incluso más- no han tenido en cuenta el incremento poblacional, ni los ciclos económicos y han dado por sentado que las actuales infraestructuras darían abasto esta utopía de crecimiento".

Pero afirma, contundente, que "África no es un continente pobre, sino que está pobremente administrado".

"No habrá un enfrentamiento entre Estados Unidos y China por el petróleo en África. Hay espacio para los dos".

Aprovecho para preguntarle por los supuestos intereses petroleros de Estados Unidos en Uganda, una sospecha volcada por muchos comentaristas a raíz de la camapaña Kony2012, de la ONG estadounidense Invisible Children, en la que abogan por la presencia de EEUU en la zona para dar caza a Joseph Kony. Vamos, que hay gente que cree que la campaña de esa ONG es una tapadera para que EEUU se meta en Uganda a hacer negociete con el petróleo.

"Sé que a la gente le encantan las conspiraciones, pero yo soy más de la teoría del caos. La historia de la exploración en busca de petróleo en Uganda empezó hace muchas décadas. Les hemos estado asesorando veinte años. El primer hallazgo se realizó en 2006, pero aún no han empezado a producir. Si los estadounidenses hubieran estado interesados, habrían entrado hace tiempo".

Terminamos de hablar, me marcho del lujoso hotel en el que se hospeda y al rato me doy cuenta de que no le he preguntado su opinión sobre las energías renovables [la energía limpia no le vendría mal al continente -ni al resto del mundo-, en vista de cómo le azotan sus efectos, con sequías y demás lindezas], el crecimiento sostenible y todo eso. Así que, al rato, le mando un correo electrónico, que hasta hoy siempre había respondido con presteza. Pasan cuatro horas. Hum, sospechoso. Le llamo para ver si lo ha recibido. Dice que no lo ha leído. Le pido que me responda cuando pueda. Aún sigo esperando su respuesta. La colgaré gustoso cuando la reciba.

1 comentario:

joan dijo...

Sí, la respuesta de esos tipejos "expertos", suele sonar como "sí, las renovables són el futuro"... y se qudan tan anchos.