domingo, 4 de marzo de 2012

El maravilloso mundo del LAPSSET

Lo anunció The East African hace unas semanas y el viernes se colocó la primera piedra. El controvertido y largamente anunciado proyecto LAPSSET (acrónimo en inglés para Puerto de LAmu - Sudán del Sur - ETiopía) se ha puesto en marcha a pesar de todos los potenciales pesares.

"Este día pasará a la historia", dijo ayer el presidente de Kenia, Mwai Kibaki, durante la ceremonia de inauguración de las obras del futuro puerto comercial keniano de Lamu (sureste).

No sé si da para mear tan alto, pero algo de razón puede que lleve el gordo de Kibaki. Porque este ambicioso macroproyecto de infraestructuras es, entre otras cosas, un puñetazo sobre (el mantel de cuadros rojiblancos) de la mesa de la geopolítica. Recurriré a un mapa de la BBC (que en materia infográfica son especialmente apañaos) para evitarme muchas explicaciones. Es domingo y tampoco me voy a poner aquí a hacer un análisis sesudo. Entre otras cosas, porque no me da.



Como se puede ver, el futuro puerto comercial de Lamu será el fin -o el inicio, depende de cómo se mire- de una serie de infraestructuras (cableado de fibra óptica, autopista, ferrocarril, aeropuertos, oleoducto y una refinería, hasta donde yo sé) que conectarán el litoral keniano con las capitales de Sudán del Sur y Etiopía. Un macroproyecto que, dicen, es de los mayores -si no el mayor- de los que se han realizado hasta ahora en el continente. Se calcula que costará 18.500 millones de euros, aunque estas cosas no se suelen saber con exactitud hasta que se corta el lacito.

Sudán del Sur quiere la tubería bombeando su petróleo en 18 meses. De los contratistas no se conocen muchos detalles, pero dice The East African, en la noticia enlazada al principio, que la empresa china CPPEC ha logrado construir un oleoducto de 400 kilómetros (Nairobi-Eldoret) en ese mismo plazo. Claro que las condiciones en ese tramo son muchos menos inhóspitas que las que reinan en la zona designada para este proyecto: prácticamente, un desierto. La tubería que quieren hacer ahora ronda los 1.800 kilómetros. El semanario apunta que puede que se usen varios contratistas distintos debido a la urgencia de esta parte del proyecto.

¿Quién pone la pasta? Además de los tres gobiernos interesados, lo apoyan la Unión Africana, la Comunidad de África Oriental, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Mundial, por citar a los más destacados. Lo que se me escapa precisar es cuánto aporta cada cual.

¿Por qué le urge tanto a Sudán del Sur? Porque ha estado, desde su independencia el pasado 9 de julio, con enfrentamientos armados con Sudán en las zonas fornterizas. La importantísima región petrolera de Abyei, en la frontera entre los dos sudanes, es una de las disputas territoriales pendientes. La más relevante, precisamente por el petróleo. En el tiempo transcurrido desde la secesión de Sudán del Sur, al menos 1.100 personas han muerto en enfrentamientos en la frontera. La tensión en la zona es bastante alta y Sudán del Sur no quiere exportar su petróleo a través de su vecino del norte, a quien acusa de [por decirlo de un modo suave] tomarles el pelo y no hacer justicia con sus recursos, por lo que necesitaría una vía de exportación del crudo alternativa. Esa vía se la brinda Kenia, que además le proporciona una salida al mar, algo que este país, de los menos desarrollados del planeta, necesita y de qué manera.

Etiopía, una de las potencias de África oriental, no está ni mucho menos en la misma situación, pero asimismo carece de litoral. Desde la independencia, en 1993, de Eritrea, Etiopía se vio privada de costa, por lo que ha tenido que potenciar los lazos comerciales con Yibuti y su dinámico puerto. También comercia con Somalilandia, región costera autoproclamada independiente de Somalia en 1991, aunque sin reconocimiento internacional. Ahora, el puerto de Lamu le puede dar un nada despreciable empujón económico.

Por su parte, Kenia ganaría el tener un puerto de relevancia continental (la prensa local ya lo equipara a Alejandría, Lagos o Ciudad del Cabo), desarrollo en la desértica zona norte del país, y unas buenas rentas por el tránsito del petróleo sursudanés. Y seguro que hay otros tantos beneficios para los tres vecinos que estoy pasando por alto. No pretende ser ésto una tesis.

 El dictador primer ministro etíope, Meles Zenawi, dijo en la inauguración que el proyecto podría dar mayor movilidad a los ciudadanos de los tres países y crear estabilidad regional. En este sentido, hay quien sostiene que las incursiones de los ejércitos de Kenia y Etiopía en Somalia (en guerra desde hace más de dos décadas y con una frontera que dista unos pocos kilómetros de Lamu, guinda del LAPSSET) podrían estar relacionadas con pacificar una zona más por intereses económicos que meramente políticos y de buena voluntad. La principal justificación keniana para su incursión militar en Somalia fue asegurar su frontera norte porque no podían continuar los secuestros en la zona (además de las cooperantes españolas secuestradas en Dadaab, en la turística Lamu se produjeron dos secuestros. Y otros tantos menos mediáticos) ya que el turismo, una de sus principales industrias, se les iba al garete.

Recurro a otro mapa (cortesía del Señor Google) para situar en la región todo este berenjenal.  
A: Lamu / B: Isiolo / C: Juba / D: Adis Abeba.


Ver mapa más grande

Pero, como en todas las obras faraónicas, hay críticas.

Hay quienes -como explicaba hace unas semanas en este espacio Heriberto Araújo, periodista y coautor de La silenciosa conquista china- dudan de la rentabilidad del oleoducto desde Sudán del Sur hasta un puerto en el Océano Índico porque creen que el petróleo sursudanés durará, como mucho, dos décadas.

Y, más importantes, son las quejas de la gente directamente afectada, como los vecinos de Lamu. Según el periódico keniano The Standard, los residentes de Lamu se han asociado para solicitar de manera conjunta a las autoridades información sobre el proyecto, sus efectos y sus posibles beneficios.
Algunos de los vecinos de la zona están preocupados por las compensaciones por la expropiación de sus tierras, la reubicación y la pérdida de superficie de pesca y biodiversidad marina, entre otros asuntos. También se había hablado de que, desde hace años, había existido una compra frenética de tierras en la zona por parte de especuladores.

Así que cogí el teléfono y llamé a un par de personas que conocí cuando estuve en Lamu de vacaciones con mis padres, el junio pasado. Como es normal, Abdul -un empresario del secrtor turístico, dueño del dhow que nos llevó de crucero- no me recordaba. No obstante, accedió igual a contarme su opinión sobre el proyecto.

"Es positivo, porque creará empleos. Y si conectan otras partes (de la región) con esta zona, la gente no se quedará allí y vendrá a la isla", me cuenta. Le pregunto por el impacto medioambiental. "El puerto está muy lejos de Lamu" [a unos 10 kilómetros]. Además, dice que "los grandes barcos no pueden navegar por los alrededores porque no hay calado suficiente". Aunque sólo me enumera ventajas, termina la conversación diciéndome que está a favor y en contra al cincuenta por ciento. Es decir, que alguna reserva le queda al buen hombre.

Con Zaidi, un empleado de un hotel de Lamu, no conseguí dar. Así que sería un poco apresurado pensar que la opinión de Abdul es representativa... pero ahí queda.

Viendo el mapa de la BBC, me gustaría saber en qué se va a transformar en la localidad keniana de Isiolo (en el centro del país), que será el nudo de las ramas sursudanesa y etíope. El pelotazo en esa ciudad -en la que no he estado, pero me arriesgaría a decir que no hay nada que destacar de ella, más allá de algunas reservas salvajes- puede ser inmenso. Por lo que leo, quieren convertirlo en un resort. Es decir, un sitio con hoteles, casinos y furcias, como ya aventuraba el bueno de Bender en Futurama.



Sin embargo, sí he estado en Moyale, empalme keniano de la rama hacia Etiopía, y doy fe de que es un pueblo de mierda partido por una frontera.

Todo esto entra dentro del ambicioso (e increíble, en el sentido más estricto de la palabra) plan Vision 2030, del Gobierno de Kenia, que pretende meter al país en el segundo mundo para esa fecha. Igualmente alucinante, o quizá más, sea el proyecto de conectar, por carretera y no sé si por ferrocarril, el futuro puerto de Lamu con otro importante atracadero... en África occidental: Duala.

Veremos en qué queda todo esto y en qué plazos. Sobre el papel, al menos, supondría un hito en el desarrollo de África.

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