miércoles, 6 de marzo de 2013

Apuntes sobre el Día D

"En Kenia, su casa y la mía, han pasado, como el rayo, las elecciones, a las que tanto temía".

Sirva esta adaptación keniana de la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández para resumir, de alguna forma, lo que el lunes aconteció.

Kenia votó anteayer en una séxtuple elección a su presidente, diputados, a las diputadas (hay un apartado específico para mujeres, imagino que para llenar la cuota), a los senadores, a los gobernadores y a los representantes locales. Eran las primeras elecciones desde la oleada de violencia postelectoral de finales de 2007 y principios de 2008 en las que unas 1.300 personas murieron y otros cientos de miles resultaron afectadas. Muchas de ellas aún esperan reparaciones. Y pueden esperar sentadas.

En resumen: había mucha expectación con estos comicios.

En los días anteriores, el presidente saliente, Mwai Kibaki (el mismo que robó las elecciones de 2007, hecho que desató las turbas tribalistas arriba mencionadas), pidió a los candidatos que aceptaran los resultados de las urnas. El gran intelectual español Federico Trillo, al enterarse de la noticia, me llamó expresamente para hacer un comentario: "Manda huevos". Y colgó.

Ante la tensión previa, había quienes, como los guiñoles del XYZ Show, preferían tomárselo a cachondeo. Y optaron por relajar los ánimos preelectorales descojonándose de todos los candidatos.

Pero vayamos al día D. Para darle más emoción al asunto, las urnas abrieron a las 6. ¿Se podrían haber abierto algo más tarde? Seguro. Pero pa qué.


Así, la prensa local informó de que algunos colegios electorales tuvieron que abrir más tarde de lo previsto, porque, sin electricidad y con el sol todavía por salir (sale alrededor de las 6,30 durante todo el año), no se podía trabajar.




En el primer colegio que visité, a las 6 de la mañana se trabajaba a la luz de una bombona de gas (en la imagen de arriba). Las filas eran interminables y, tratándose de una zona noble de Nairobi, los laterales de tierra de la calle a las que por convenio se da en llamar aceras estaban inundados de vehículos de gama media-alta.

Hasta bien entrada la tarde, la estampa de Nairobi era inédita por completo: la ciudad parecía fantasma, sin coches, sin gente en las calles, sin ruido de obras, sin ruido (a secas). Las largas filas (y las largas colas, imagino que también) se repetían en cada colegio que visité: en el campo de fútbol a la entrada de la barriada chabolista de Kibera, por ejemplo. El conocido periodista ugandés Charles Onyango-Obbo dijo que no había visto tanta gente esperando a votar desde las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica, en 1994. Las que ganó Mandela. Solo que en estos comicios los candidatos no le llegan a la suela del zapato al viejo Madiba.

También esperas kilométricas en el colegio electoral en el que votó uno de los favoritos para llegar a presidente, el primer ministro, Raila Odinga. Pero aquí hay que detenerse para una pequeña reflexión sobre los periodistas: la lluvia de codazos por captar la mejor imagen de Odinga es injustificable. Fueron escenas vomitivas, de pérdida completa de las formas y del decoro más elemental. Me tuve que bajar de una mesa a la que me subí para grabar porque me habrían terminado tirando de los empujones. En palabras de un compañero de Reuters: "Si [en las elecciones de Kenia] hay disturbios tribales, serán entre periodistas, que luchan a codazos por captar la mejor imagen de Odinga".

Un apunte más sobre los periodistas: los veteranos intentando ligar con las más nuevas en plenas elecciones. Escena verídica:

- Periodisto veterano medio conocido: Hola, soy Perico el de los Palotes, de la BBC (si no trabajas para un medio realmente molón, como la BBC, Al Jazeera, o eres un periodistactor de la CNN, no sueles decir para quién trabajas, a menos que te lo pregunten específicamente).

- Periodista jovencita: ¡Oh my God! ¿Eres Perico el de los Palotes? ¡Te sigo en twitter!


El caso es que la normalidad de las votaciones, que recordaba a las de Tanzania de octubre de 2010...



... llevó a que algunos medios le tuvieran que buscar la vuelta truculenta a que un proceso que, en el día de las votaciones, fue de lo más satisfactorio. Y reconozco que no daba un duro por ello.

Así, algunos periodistas (AP) optaron por vincular las muertes acaecidas en la costa keniana a pocas horas del inicio de las votaciones con disturbios electorales. Y algo tenían que ver, claro, pero no dejaron de ser incidentes aislados muy localizados y sin repercusión alguna. Otros (France24) dijeron tener imágenes exclusivas de violencia en los colegios. En este caso, los franceses se pasaron la responsabilidad periodística por L'Arc de Triomphe.

Y los kenianos, claro, descojonándose. Por no hablar de la historia de una supuesta milicia que se estaba aprovisionando antes de los comicios que publicó la CNN.

Después de despotricar un poco sobre las tan tristes como habituales prácticas periodísticas, sigo con el día.

La tarde animó la actividad en la ciudad (ligeramente) y los colegios se cerraron más o menos puntuales, con algunas colas de votantes que aún esperaban su turno. En esos casos, los colegios permanecieron abiertos hasta que todos hubieron depositado sus papeletas en las urnas. En otros, las filas habían desaparecido por completo.

En un colegio de la céntrica Avenida de Moi, las filas eran, literlamente, kilométricas. Le pregunto a un heladero que veo pulular junto a la cola. Me dice que el negocio no le está yendo mal. No es para menos, cuando tiene una legión de personas esperando al sol desde hace horas. De haber sido en España, ahí había un chino con cervezas frías.

Y después de una jartá de horas de trabajo, y de que la UE dijera que todo fue chupilerendi, se cerró el día y adiosmuybuenasnoches.

Los resultados definitivos se conocerán en algún momento. El cachondeo de la comisión electoral es el que sigue: después de día y pico contando los votos a través de un costosísimo nuevo sistema electrónico adquirido específicamente para este fin, han admitido que les ha fallado la informática y que mejor hacerlo como antaño, con numericos sobre papel. Así que se ha empezado a contar de nuevo. Desde cero. En serio.

En cualquier caso, los resultados que se vayan publicando no serán especialmente representativos. Una muestra: a la hora de escribir esta entrada, el viceprimer ministro Uhuru Kenyatta (imputado por la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad por su supuesta participación en la violencia posteletoral de hace un lustro) tiene como un 25 por ciento de los votos, por el 73 por ciento del otro gran favorito, el primer ministro, Raila Odinga.

Pero que nadie se confunda, porque Kenia es un país tribalizado y la mayoría de la población vota más por pertenencia tribal que por otra cosa. ¿Qué quiere decir esto? Que se han empezado a contar, en mayor medida, los votos procedentes de bastiones de Odinga (de la tribu lúo) antes que los de Kenyatta (kikuyu). Al igual que antes se hizo con los resultados provisionales, en los que Kenyatta lideraba el recuento. Así pues, nada claro hasta el resultado definitivo, y más porque, según las encuentas de intención de voto, ambos candidatos estaban prácticamente igualados. Si ninguno supera el 50 por ciento de los votos, habrá una segunda ronda electoral, prevista para el 11 de abril.

Estén atentos a lo que pueda pasar cuando se conozcan los resultados de la primera ronda. El margen de victoria (o de derrota) puede ser muy ajustado. A partir de ahí, ya se verá.

Y sí, estoy totalmente de acuerdo: esto es un puto coñazo.

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