A ese nivel de empanada mental me hallaba anoche mientras escribía esta nota, la última de una interminable tarde. La neurona coja y sordomuda que me queda reaccionó a tiempo para arreglarlo:
"Creo que el Ejecutivo es consciente de que el 95 por ciento de los ugandeses no tolera la homosexualidad".
Son palabras de David Bahati, diputado del partido gobernante de Uganda -el Movimiento Nacional de Resistencia- e impulsor, desde 2009, de una polémica norma que pretendía recrudecer las penas a una práctica ya castigada en las leyes de este país de África oriental. Motivo por el que el Gobierno de Uganda ha descartado este borrador.
No sé si Bahati habla del 95 por ciento con algún fundamento, pero la cifra bien podría ser cierta. Lo es, por ejemplo, en la vecina Tanzania.
El proyecto del amigo Bahati, básicamente, contemplaba hasta siete años de cárcel para los hallados culpables de "homosexualidad simple" (signifique lo que signifique eso) y pena de muerte para quienes incurran en "homosexualidad grave", que viene a ser violación homosexual, actos homosexuales con menores de edad y discapacitados o cuando el acusado sea portador del VIH.
La verdad es que lo de la homosexualidad en Uganda daría para una tesis. Hace unos meses, Rolling Stone, un periódico que se vendía como adalid de la moralidad (y que no tiene nada que ver con la conocida revista musical) publicó varias fotografías de gays ugandeses. Tal que así.
En el recuadro amarillo se puede leer "Hang them": colgadlos.
Así que como sabía que el tema estaba calentito, traté de aprovechar un viaje a Uganda para hacer una historia sobre el tema. Gracias a Aurora, conseguí el contacto de Kasha Nagabasera (a la que ella ya entrevistó hace tiempo). Kasha me mandó por correo electrónico un número de teléfono al que llamar, desde el que me dirigirían hasta ella. Después de tanto misterio, tuve que cancelar la entrevista por motivos que no vienen al caso (me robaron el pasaporte, ejem).Luego sacaron otro número con más fotos. Y alguien se debió de tomar en serio lo de cargárselos, porque el 26 de enero pasado se cepillaron a un activista, cuya foto estaba entre las publicadas.
En Kenia las cosas no están mucho mejor. El primer ministro, Raila Odinga, instó hace unos meses a arrestar a los homosexuales. Luego, viendo la que se montó, dijo que se le había malinterpretado.
Los kenianos con los que he hablado sobre el tema no quieren quedar mal, pero vienen a decir lo mismo: "No estoy en contra, pero la homosexualidad no es normal". Poco más o menos. Y gente de lo más variado. Lo que no quiere decir, claro está, que todos sean así. O eso me gustaría pensar.
Y vale, he de confesar que querría haber titulado la nota de la que hablaba al principio con guasa: "El Gobierno ugandés rechaza el Proyecto de Ley que endurecía las penas contra los homosexuales".
2 comentarios:
Vaya tela. Me "encanta" lo de homosexualidad grave y homosexualidad simple.
Gracias por contarlo
Parece de otro mundo, pero aqui la cosa no es "tan" distinta. Me juego lo que sea a que la mitad de los españoles tambien lo considera "anormal".
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